La medicina, además de un alivio para la salud debe ser un consuelo
para el alma. Cuando estos dos conceptos andan desequilibrados en la ecuación
asistencial, el paciente entra en una vejación existencial.
La enfermedad tiene dos aspectos esenciales; el propio deterioro del
cuerpo y el abandono del alma.
Para sanar el cuerpo dañado existen infinidad de centros, médicos y
medicinas que, gracias a la ciencia y la especulación, mejoran la
esperanza en retrasar la muerte.
Pero...... ¿y el alma? ¿Qué pasa
con ella?
El alma es el ánimo, la ilusión que la persona tiene por vivir verdaderamente.
Cuando estamos heridos por la enfermedad precisamos del amor del otro
para no perder el ánimo en vivir. Por ello cuando, por cualquier motivo, no
recibimos atención a esa sensibilidad nos acercamos algo más a la muerte.
Y así entramos en el momento social actual. La "producción"
envuelta en su necesidad de rentabilidad se olvida de la sensibilidad y por
tanto del alma.
La prioridad de todo son los costes y por tanto el equilibrio del alma
son pamplinas de "simples y caducos soñadores" que entorpecen la
evolución.
En este escenario Ser es
producir beneficios. Lo mismo como paciente de una operación que como cuerpo al
que vestir en una cadena de Retail textil.
Pero el alma sigue sola y nadie quiere acompañarla.....
¿La habrán vendido al diablo
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