La mendigo y la paloma
En la
calle Bon Pastor de Barcelona, entre las vías de Muntaner con Aribau y junto a
la parroquia del Mare de Deu de Nuria tocando la Avda. Diagonal, convive con
los transeúntes una ciudadana olvidada por el prójimo. Su única compañía
censada son unas cuantas palomas que, como ella, han sobrevivido a las
"purgas" del poder y sus representantes.
La
"dama de la soledad" comparte su existencia con anónimos ciudadanos
que, poseídos por la prisa aparente, ignoran su presencia por temor a lo
desconocido.En alguna ocasión he conversado con ella quién dice llamarse Eulalia. Detrás de ciertas conversaciones superficiales, asoma una realidad social un tanto curiosa.
Casada, su marido murió hace varios años de un accidente de tráfico. Sus hijas, ya crecidas, la ignoraron desde el primer momento en que se quedó sola y sin medios.
Lo demás llegó por añadidura. La falta de medios económicos la llevaron al desahucio del piso de alquiler y la ingratitud humana la acompañó en la bebida.
Ha protagonizado acciones de reinserción diversas pero todas éstas ayudas sociales son temporales y sin continuidad.
Ya no es guapa y su aspecto ha quedado lesionado. Busca una "salida" para su túnel existencial ya que ha oído que SER es el abandono de toda seguridad terrenal.
No posee nada ni nada quiere. Busca algo de dignidad pues sabe que pronto llagará el frio.
Le he dejado esta nota de HEIDDEGER: " el humano encuentra la victoria en su fracaso, toda vez que, posiblemente, existir es "no estar en casa" , es decir, SER es vivir fuera de cualquier refugio, fuera de las zonas de confort.
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