Jardín,
jardín del Ateneo cuantas cosas hemos compartido. Tu siempre tan generoso has
tenido la humildad de poner un refinado marco a mi existencia.
Para las alegrías
siempre me regalas el campanilleo de las gotas de agua que, como sortijas de
faraona, descienden de tu fuentecilla alegre.
Para cuando mis penas
me invaden tienes siempre para mi florecillas virtuosas llenas de esencia de amor.
Si jardín, sí. Eres mi serena compañía que en muda presencia engrandeces mis
sueños y emociones para conducirlas hacia los edenes de aquel, del otro...para
juntos silenciar el YO.
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