Más allá de dar las gracias
No es lo mismo dar las gracias que agradecer. Buscar el gesto que llegue al otro y no esperar nada por nuestra acción es el camino para hacerlo de forma sincera.
FERRÁN RAMON-CORTÉS
Hace un tiempo quise hacer un buen regalo a un apreciado amigo y maestro. No era tarea fácil, puesto que es una persona de gustos especiales, y yo no quería caer en el tópico de buscar algo de recurso. Busqué y busqué, hasta que lo encontré.“Cada mensaje de gratitud es no solo necesario, sino extremadamente valioso para mantener las relaciones”Quedamos para cenar, y en la sobremesa le di mi regalo. Lo recibió con una gran sonrisa y se le iluminaron los ojos. Pero no me dijo nada. Pasamos una entrañable velada y cuando se fue me quedé con un cierto desconcierto, pues lo cierto es que en ningún momento me había dado las gracias. Ni al recibirlo ni al marchar.Al cabo de unas semanas me llegó una invitación para un acto en la Universidad en el que él participaba. Como no podía ser de otro modo, acudí, me senté en la penúltima fila y de repente lo vi aparecer, elegantemente vestido con el jersey que le había regalado. Me buscó con la mirada y, señalándolo, pude leer en sus labios cómo me decía “me traerá suerte”. Entendí en aquel momento que estaba haciendo algo mucho más importante que darme las gracias. Me estaba haciendo sentir todo su agradecimiento.Dicen las estadísticas que cada día damos las gracias más de veinte veces. Las damos cara a cara, por teléfono, por correo electrónico, con SMS… Muchas veces lo hacemos de forma automática, sin casi darnos cuenta. La pregunta es: ¿cuántas de estas veces somos capaces de mostrar de verdad gratitud?empezar a agradecer
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