¿Qué voy a hacer de mi vida hoy?
Cuando nos encontramos con personas cuya salud mental sufre alguna desviación "hay que respetarla cada minuto". Nadie es, por tanto, propiedad de nadie y todos nos acompañamos por el desierto de la duda.
Cada día, en cada momento, nos cruzamos o incluso hablamos con personas trastornadas cuya apariencia es equilibrada, bella, bondadosa y tranquila.
Su patología, intencionadamente, la sociedad avanzada (imagínate las otras) las obvia ya que tratarlas tiene un elevado coste.
Vestidas con corrección y desarrollando trabajos de responsabilidad que afectan al prójimo, gran cantidad de ciudadanos ocultan sus comportamientos psicóticos, caracterizados por un marcado comportamiento antisocial y una empatía reducida o inexistente, a través del ansiolítico y/o el alcohol.
Su accionar anormal, respecto al grupo social de donde procede, le hacen vulnerable a sus emociones dejándoles presos en ellas.
Nuestro reto debe ser darles conciencia sobre su posible patología que tanto daño les causa. Con ello podemos reducir su angustia dándole impulso para que progrese dentro de los caminos del razonamiento.
No dejarlos "caer", a través del amor incondicional, en los "barrancos del olvido" los alejarán del error que, como es habitual, siempre ofrece espejos de colores.
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