"Poder y autoridad no son equivalentes"
La calma, que no la paz, se intenta mantener teniendo distraido al pueblo. Para ello se han desarrollado una serie de espectáculos esperpénticos que gravitan alrededor del deporte y donde "la masa" mueve y satisface sus emociones reafirmando sus identidades.
Paralelamente, en otra banda horaria, el segmento más femenino de esa "parroquía" distrae y culturiza su existencia sobre los valores de la telenovela y el espetáculo de la prensa del corazón.
Con una sociedad así, donde el egoismo es la moneda de cambio, poco podemos avanzar hacia un altruismo existencial. Para colmo la clase dirigente, guía al rebaño por el camino del "todo vale" y/o "sálvese quién pueda". Y, sinceramente, no es que esta época sea singular, es que somos así de simples y lo seremos eternamente.
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