Solo nos salvaremos en caer en "el volquete del olvido"
caminando a través del amor al prójimo
caminando a través del amor al prójimo
Muchos nos
preguntamos si acaso el humano debe tener densidad o su existencia debe ser
frugal y licuada.
Diseccionando a la
muchedumbre que acompaña la temporalidad que nos caracteriza en éstas actuales
"edades del humano", observaremos que la densidad y consistencia que
determina a nuestros contemporáneos es escasamente racional ya que está guiada
por las emociones, intereses consumistas y demás banalidades propias de
evoluciones testimoniales dado que, nuestra sociedad actual, como los niños,
llora cuando se le lava la cara.
¡Entonces ! ¿Qué nos
daría la densidad, profundidad de pensamiento y por tanto, consistencia?
Pues sin duda
entrar en la llamada racionalidad sin olvidarse, eso sí, de los sueños ya que
éstos son la antesala de la evolución y el motor de la acción.
Racionalidad para
asumir que el progreso humano pasa por el tan cacareado abandono del yo, para incorporar al prójimo en la cultura del
esfuerzo y por ende abrazar la pluralidad como sinfonía de convivencia.
Desde los sueños
impulsar el proceso de transformar la utopía en realidad, lo que supone
prescindir del egoísmo, para dar paso a la cultura del "respeto al
otro".
Esta acción es
infinita y requiere una constancia pertinaz ya que la irracionalidad camina
también con nosotros.
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