La
medicina, además de un alivio para la salud debe ser un consuelo para el alma.
Cuando estos dos conceptos andan desequilibrados en la ecuación asistencial, el
paciente entra en una vejación existencial.
La
enfermedad tiene dos aspectos esenciales; el propio deterioro del cuerpo y
el abandono del alma.
Para sanar el cuerpo dañado
existen infinidad de centros, médicos y medicinas que, gracias a la ciencia,
mejoran la esperanza en retrasar la
muerte. Pero...... ¿y el alma? ¿Qué pasa con ella?
El alma es el ánimo, la
ilusión que la persona tiene por vivir verdaderamente.
Cuando estamos heridos por la
enfermedad precisamos del amor del otro para no perder el ánimo en vivir. Por
ello cuando, por cualquier motivo, no recibimos atención a esa sensibilidad nos
acercamos algo más a la muerte.
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