“No
se comienza a ser emancipado por una decisión ética o una gran idea, sino por
el encuentro con un acontecimiento, con una persona, que da un nuevo horizonte
a la vida y, con ello, una orientación decisiva”.
Solo
gracias a ese encuentro –o reencuentro- con el amor, que se convierte en feliz
amistad, somos rescatados de nuestra conciencia aislada y de la
autorreferencialidad. Llegamos a ser plenamente humanos cuando somos más que
humanos, cuando permitimos que la Emancipación nos lleve más allá de nosotros
mismos para alcanzar nuestro ser más verdadero. Allí está el manantial de la
acción. Porque, si alguien ha acogido ese amor que le devuelve el sentido de la
vida, ¿cómo puede contener el deseo de comunicarlo a otros?
“Aquí
descubrimos otra ley profunda de la realidad: que la vida se alcanza y madura a
medida que se la entrega para dar vida a los otros”
Bergoglio
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