El
gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo,
es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la
búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada. Cuando
la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacio para
los demás, ya no entran los pobres, ya no se
escucha la voz de la Emancipación, ya no se goza la dulce alegría de su
amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien. Los ciudadanos también
corren ese riesgo, cierto y permanentemente. Muchos caen en él y se convierten
en seres resentidos, quejosos, sin vida. Esa no es la opción de una vida digna
y plena, ese no es el deseo de la Emancipación para nosotros, esa no es la vida
en el Espíritu que brota del corazón.
Bergoglio
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