Demasiados
de nosotros somos meros transportadores de ineficacia. El cauce por donde
transita son las debilidades humanas, tales como la soberbia, la vanidad, la
cobardía y el egoísmo entre otras.
Así el tejido empresarial está lleno de personajes que se
hacen llamar empresarios cuando simplemente son psicópatas caducados llenos de
trastornos de personalidad maquillados por la farsa.
Su clientela, que posibilita semejante esperpento, son
los obreros opulones que, acomodados en su zona de confort, prefieren fundirse
quejándose, y no emanciparse en la acción.
Si, si unos necesitan al otro y viceversa y así
configuran la danza de la inoperancia que tenebrosamente muere dejando heridas
abiertas y rencores crónicos.
¿Tú dónde estás?
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