La liberación interior
pertenece al orden del ser, no del poseer.
Este giro nos deja a la
intemperie. Pero sólo así podemos ir al encuentro de una Emancipación que no
sea invención nuestra sino irrupción de Sí mismo. Hay que dejar la orilla de la
avidez para alcanzar la orilla de la donación, así como también hay que
desprenderse de nuestras expectativas de liberación y de nuestras ideas
preconcebidas de emancipación elaboradas por nuestras necesidades psicológicas y
mentales. Mientras no sea así, sólo proyectaremos nuestro mundo sobre el
Infinito. La noche en el lago es el vacío que se abre entre lo construido por
nosotros y lo que está por mostrarse más allá de nuestros minúsculos recintos.
Hay noches menores y noches
mayores. Este primer episodio es una noche menor, porque el lago que baña ambas
orillas todavía es el mismo. Esta travesía es preparación para la radical
discontinuidad que supondrá nuestra “reinvención”, paso iniciático, donde se
habrá de alcanzar otra Orilla, más allá de todo lago que podamos concebir.
Habiendo dejado la primera playa, se está algo más preparado para una travesía
mayor.
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