La
puesta en escena para despedir a alguien requiere de una solemnidad singular
que facilite el recuerdo dentro de la emoción en la perdida.
Así son múltiples los objetos diseñados para el recuerdo. Tarjetas indicándonos que el fallecido murió en la gracia de Dios. Lapidas grabadas en dorado con el nombre mortal del protagonista. Sepulcros de mármol e incluso mausoleos faraónicos para no caer en el olvido. Toda esta magnífica parafernalia, al poco tiempo, es catalogo de olvido. Dichos objetos, llenos de polvo y arrugados por la lluvia y el sol son viva muestra de la verdadera muerte: el olvido. Si bien el humano, a diferencia del resto de los mamíferos, posee la capacidad de recordar se instala en el olvido para sobrevivir. Desarrollando nuevos brotes de trastorno bipolar pasa del duelo a la fiesta en unos segundos. Nos han vendido eso......olvido y olvido. Poco compromiso y menos reflexión. Eso sí han marcado el primero de noviembre para recordar. Así afirmo. NO HAY MUERTE; HAY OLVIDO y a veces bebemos para olvidar
0 comentarios:
Publicar un comentario