Caminar
por los caminos del esfuerzo no es fácil. Supone aceptar la incomodidad de
superar cada día nuestros límites de comodidad, es decir, potenciar nuestra
capacidad existencial progresivamente.
Ello supone aceptar
la incomodidad de la acción para que, a través de ella, vayamos ampliando la
capacidad de intervenir y entender lo que nos rodea.
No valen aquí
discapacidades reconocidas o no. Todos tenemos un potencial que hemos
abandonado ante una pensión o ante la comodidad. Criticamos la acción y preferimos
el subsidio sin aceptar que este nos adormila. Es mejor ser "maruja"
de un tirano o tirana que potenciar nuestras capacidades. Sin esfuerzo nada
llega a no ser el ocaso, más para progresar, quizá, debamos abandonar esa rutina
que nos ha llevado donde estamos.
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