La rutina, la costumbre o el hábito ayudan a vivir. Hay que elogiar la rutina, el hábito, y todos los bienes que, humildemente, velan. Frente a los que ven en la rutina un impulso tanático, un freno a la vida, a lo nuevo, ella supone un esfuerzo espléndido y constante que encubre su pasado de lucha por pudor. Esa especie de segunda naturaleza, esa espontaneidad adquirida, se ofrece cotidianamente para librarnos de la incertidumbre paralizante, de la angustia ante lo nuevo, del agotamiento en la lucha. La rutina nos mece en lo conocido, nos espera fiel como una promesa, nos ayuda a seguir
Muchas veces, cuando las ideas no se despliegan o no funcionan con suavidad o nosotras no las hacemos funcionar bien, perdemos la concentración. Eso es una parte de un ciclo natural y ocurre porque la idea se ha enranciado o nosotras hemos perdido la capacidad de verla de una forma renovada. Nos hemos hecho viejas y frágiles como el anciano de los “tres cabellos de oro”. Aunque se han apuntado muchas teorías a propósito de los “bloqueos” creativos, lo cierto es que los bloqueos más ligeros van y vienen como las pautas meteorológicas y las estaciones…. Exceptuando los bloqueos psicológicos, por ejemplo, el hecho de no llegar a la propia verdad, el temor a ser rechazadas, el temor a decir lo que sabemos, las dudas acerca de la propia capacidad, la contaminación de la corriente básica, la aceptación de la mediocridad o de la pálidas imitaciones……
Este cuento, que hemos visto en diferentes episodios (ver epígrafe Pinkola,) resulta excelente porque recorre todo el ciclo de una idea, la diminuta luz que se le concede y que, naturalmente, es la misma idea, la cual se agota y está a punto de extinguirse como parte de su ciclo natural. En los cuentos de hadas, cuando ocurre algo malo, significa que hay que probar otra cosa, que se tiene que introducir una nueva energía, que se tiene que consultar con un ayudante, un sanador, una fuerza mágica.
Pinkola
Muchas veces, cuando las ideas no se despliegan o no funcionan con suavidad o nosotras no las hacemos funcionar bien, perdemos la concentración. Eso es una parte de un ciclo natural y ocurre porque la idea se ha enranciado o nosotras hemos perdido la capacidad de verla de una forma renovada. Nos hemos hecho viejas y frágiles como el anciano de los “tres cabellos de oro”. Aunque se han apuntado muchas teorías a propósito de los “bloqueos” creativos, lo cierto es que los bloqueos más ligeros van y vienen como las pautas meteorológicas y las estaciones…. Exceptuando los bloqueos psicológicos, por ejemplo, el hecho de no llegar a la propia verdad, el temor a ser rechazadas, el temor a decir lo que sabemos, las dudas acerca de la propia capacidad, la contaminación de la corriente básica, la aceptación de la mediocridad o de la pálidas imitaciones……
Este cuento, que hemos visto en diferentes episodios (ver epígrafe Pinkola,) resulta excelente porque recorre todo el ciclo de una idea, la diminuta luz que se le concede y que, naturalmente, es la misma idea, la cual se agota y está a punto de extinguirse como parte de su ciclo natural. En los cuentos de hadas, cuando ocurre algo malo, significa que hay que probar otra cosa, que se tiene que introducir una nueva energía, que se tiene que consultar con un ayudante, un sanador, una fuerza mágica.
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