A menudo manifestamos..."si, pero todo tiene un límite".....me estoy cansando de perdonar y olvidar... La Emancipación de nuestra base terrenal, una vez más nos hace comprender que el humano no deja de crear motivos para ser perdonado y que sólo nuestro corazón tiene capacidad de actuar con soberbía o humildad. Aceptemos la gracia de la reconciliación teniendo presente la necesidad de perdonar y ser perdonados.
La LLorona
La LLorona
Las figuras masculinas de los sueños femeninos paracen indicar que el animus no es el alma de las mujeres sino algo "de, desde y para" el alma de las mujeres. En su forma equilibrada y no pervertida es un "hombre puente" esencial.
Esta figura posee a menudo unas prodigiosas cualidades que lo inducen a entrar en acción como portador y puente. Es algo así como un mercader del alma. Importa y exporta conocimientos y productos. Elige lo mejor de lo que se le ofrece, concierta el mejor precio, supervisa la honradez de las transacciones, sigue con tesón todo el procedimiento y la lleva a feliz término. Otra manera de interpretarlo podría consistir en imaginar que la Mujer Salvaje, el Yo del Alma, es la artista y el animus es el brazo de la artista. La Mujer Salvaje es el chófer y el animus es el que empuja el vehículo. Ella escribe la canción y él la orquesta. Ella imagina y él da consejos. Sin él, la mujer crea la comedia en su imaginación, pero nunca la escribe y la obra jamás se representa. Sin él, auque el escenario esté lleno a rebosar de actores, el telón jamás se levanta y la marquesina del teatro no se ilumina. Por consiguiente el animus recorre el camino entre dos territorios y, a veces, tres; el mundo subterraneo, el mundo interior y el mundo exterior. El animus que conoce bien todos los mundos, envuelve y transporta todos los sentimientos y las ideas de una mujer por todos esos trechos y en todas direcciones. Le trae a la mujer ideas de "allí afuera" y traslada las ideas del YO del alma de la mujer "al mercado" del otro lado del puente para sacarle provecho. Sin el constructor y el conservador de este puente terrestre, la vida interior de la mujer no puede manifestarse con fuerza en el mundo exterior.
Esta figura posee a menudo unas prodigiosas cualidades que lo inducen a entrar en acción como portador y puente. Es algo así como un mercader del alma. Importa y exporta conocimientos y productos. Elige lo mejor de lo que se le ofrece, concierta el mejor precio, supervisa la honradez de las transacciones, sigue con tesón todo el procedimiento y la lleva a feliz término. Otra manera de interpretarlo podría consistir en imaginar que la Mujer Salvaje, el Yo del Alma, es la artista y el animus es el brazo de la artista. La Mujer Salvaje es el chófer y el animus es el que empuja el vehículo. Ella escribe la canción y él la orquesta. Ella imagina y él da consejos. Sin él, la mujer crea la comedia en su imaginación, pero nunca la escribe y la obra jamás se representa. Sin él, auque el escenario esté lleno a rebosar de actores, el telón jamás se levanta y la marquesina del teatro no se ilumina. Por consiguiente el animus recorre el camino entre dos territorios y, a veces, tres; el mundo subterraneo, el mundo interior y el mundo exterior. El animus que conoce bien todos los mundos, envuelve y transporta todos los sentimientos y las ideas de una mujer por todos esos trechos y en todas direcciones. Le trae a la mujer ideas de "allí afuera" y traslada las ideas del YO del alma de la mujer "al mercado" del otro lado del puente para sacarle provecho. Sin el constructor y el conservador de este puente terrestre, la vida interior de la mujer no puede manifestarse con fuerza en el mundo exterior.
Pinkola
1 comentarios:
Siempre necesitamos de ese constructor, de ese conservador, de ese puente esencial en nuestras vidas, para seguir caminando.
Un saludo cariñoso Paco. Estaba algo distanciada de los blogs por motivos de traslado de residencia. Sigo muy ocupada, pero me daré un paseito como siempre por tu espacio. Un abrazo muy grande.
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