Si, la estupidez emocional es la incapacidad para darse cuenta de las propias emociones y el consiguiente desatino a la hora de gestionarlas e implica falta de empatía, intolerancia a la frustración, crítica gratuita e indiscriminada, victimismo, auto desprecio, envidia, compulsión, obstinación y agresividad. Estas discapacidades pueden darse de forma aislada o presentarse simultáneamente, aumentando la peligrosidad del individuo que las ostenta.
Aunque estos rasgos aumentan con la práctica, lo cierto es que las personas nacemos con cierta disposición innata a desarrollarlas. Obviamente, aquellas personas que durante su infancia han estado expuestas a modelos estúpidos, los imitan e implementan en su edad adulta con más facilidad. No obstante, es importante remarcar que la estupidez que desplegamos no siempre viene determinada por la influencia parental o de los adultos que nos educaron. La educación puede contrubuir en cierto grado, pero el mérito - tanto de nuestra inteligencia como de nuestra estupidez emocional actual - somos cada uno de nostros quién lo detenta.
Realmente, todos tenemos la oportunidad, ya de adfultos, de investigar en nuestro interior, de conocernos a nosotros mismos, de aprender a conducir nuestras emociones para estar mejor con nosotros mismos y, en consecuencia, con los demás. Pero hay quien no se plantea nunca esta posibilidad, son personas rígidas en su pensamiento que se mueven en dicotomías del tipo "blanco o negro", "si o no", "bueno o malo", que se convierten en jueces de todo y de todos, pero que nunca reconocen sus propios errores. Estos, dependiendo del segmento profesional o social en que se encuentren pueden resultar peligrosos poseedores de la verdad absoluta, mesías que nadie espera y a quienes nadie ha llamado. Aparentemente, pueden tener el aspecto de seres humanos normales, pero su contacto continuado resulta esencialmente pernicioso porque complican la existencia de los demás y despiertan animadversión entre quienes de verdad los tienen que soportar. Algunos rasgos que nos pueden ayudar a distinguir a estos "estúpidos puros" son:
- Carecen de amistades genuinas.
- Crean mal ambiente en su entorno, pues complican las cosas de modo desmesurado y cultivan malos sentimientos
- Son muy susceptibles, como sistema aprendiendo para defenderse del rechazo que suscitan, sin aprender, ni mejorar nada al respecto.
- Son malpensados, fervientes cumplidores del viejo aforismo: "se cree el ladrón que todos son de su condición" Las posibilidades de mejora del talento emocional para una persona que no se ha planteado nunca si su manera de actuar puede no ser la óptima, son escasas, ya que estps rasgos relacionados con la personalidad se mantienen muy estables a lo largo del tiempo. Se puede cambiar a nivel emocional y psicológico reduciendo a nivel personal la estupidez emocional, pero solo a base de proponérselo realmente y perseverar con esfuerzo.
1 comentarios:
La palabra "estúpido" viene del latín "stupere" y en origen no tenía matices peyorativos, sino que trataba de describir el estado de estupor en cuanto a quedar estupefacto, maravillado ante algo. Fueron los romanos quienes decidieron que ese estado de estupefacción era "malo", puesto que bajaba el nivel de alerta de la persona.
Pero a quién no le gusta maravillarse.
La palabra estúpido, tal y como la conocemos ahora, tiene un matiz altamente peyorativo. No me gusta que se utilice en público para desacreditar a otros. Y menos aún en el ámbito del coaching emocional o existencial. Y menos aún por tu parte, Paco, que con tu escritura sueles dejarme estupefacta en múltiples ocasiones.
Propondría un cambio de la palabra "estúpido" por la palabra "tullido". Un tullido emocional es la persona que acabas de describir, no siempre tiene la culpa de su estado. Y tiene, quizá, la puerta abierta a la curación a través del coaching.
Lo que me parece estúpido, no en su matiz original, sino en el actual, es desacreditar abiertamente a un grupo de personas, máxime cuando lo que se pretende es ayudar. Son los estúpidos quienes necesitan aprender sobre el comportamiento correcto, tanto como los deprimidos o los aspirantes a triunfadores.
Un abrazo fuerte.
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