Es
muy frecuente observar episodios de "cortesía" en los ascensores del
metro.
Un anónimo
ciudadano/a se entretiene con el botón que abre las puertas dejando entrar a
nuevos pasajeros que, en muchos casos, se encuentran manifiestamente separados
de la entrada.
Con esta
acción muestra su aparente amabilidad con el recién llegado al tiempo que provoca
malestar a los que, en silencio, esperan.
Diría que
tal acción, frecuentemente, no es de cortesía sino más bien un juego. Ignoran
en bien común (los ciudadanos que esperan) por dejar entrar a un joven
ignorante centrado en su móvil que no da ni las gracias.
Bien esta
ayudar al menesteroso más no jugando con los demás que en silencio aguantan las
impertinencias de "los ascensoristas frustrados".
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