Para
aquellos/as que ya hemos celebrado más de 30 navidades, las ilusiones van
declinando.
El modelo social que hemos
heredado está desfasado en el ratio ILUSION/ESPERANZA DE VIDA.
Cuando dicho modelo fue
tomando forma, a los cuarenta años una mujer era un vejestorio y un hombre
un triste pergamino. Claro está me estoy refiriendo a los supervivientes.
Con este escenario de
dimensiones tan cortas la ilusión llegaba sola y la propia ignorancia nutria de
"boba motivación" a los personajes con algún sobrante de salud.
Ya en la segunda década del
siglo XXI las cosas han cambiado y las mujeres cuarentonas quieren ser madres
por primera vez y su compañero "el llamado hombre" empieza la
estabilidad a los cincuenta.
Ante este panorama novedoso
que la sociedad se encuentra gracias al desarrollo de "su ciencia"
cada día debemos renovar la ilusión social de vivir.
A muchos
con respirar y comer solo no les llena su espacio de sentido y precisan
alimentarse también con un compromiso social que sirva de motor y espejo a las
nuevas y viejas generaciones.
Ya no es cuestión de dar la
vuelta mundo (como hacían los millonarios capitalistas del siglo XIX) la
ilusión la puedes encontrar en el bloque de pisos de tu vivienda; en la mirada
de un niño o alumbrando a un excluido social en cualquier de su abanico de
opciones.
Si, si atrévete a renovar cada
día tus ilusiones y no te dejes envilecer por las ofertas de cruceros de
"el Corte Ingles"
Sin duda y, con la constancia,
la fuente de las ilusiones dará un nuevo sentido a tu vida donde "el otro" te estará
esperando. Ves junto a él y recorred juntos el camino de la esperanza.
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