“¿Qué es el
amor?”
“La ausencia
total del miedo”
“¿Y qué es a lo que tenemos miedo?”
“Al amor”
La Emancipación está grávida del mundo y el mundo, de
la Emancipación. Son indesligables. Esta reunión se celebra a través del
instante. Frente a un futuro continuamente diferido, vive en un hoy lleno de
presencia. A esta presencia y a esta energía suprema que actúan en el círculo
de la Emancipación la vamos de denominar REINO.
Un Reino que, por ejemplo, los judíos identifican con la llegada de una
paz que abarca los diversos ámbitos: el personal, el familiar, el comunitario,
el político y también el cósmico, donde todo volverá a su inocencia original.
La Emancipación anuncia la llegada de ese Reino, pero ello requiere una
conversión integral. Porque ese Reino no es simplemente la culminación de todos
los anhelos, sino su transformación. El Reino que anuncia es un estado de
comunicación con la humanidad, donde la identidad de cada cual no es la
usurpación de la ajena, sino su posibilitación, y donde cada existencia es cauce
de las demás porque se saben partícipes de la energía divina: creación y
engendramientos continuos, impulso incesante del ser. De aquí los signos que
acompañarán la predicción de Emancipación, que no son otros que la restitución
de las personas y de las cosas a su estado original, donde no hay
fragmentación.
La justicia del Reino es la adecuación de cada cosa y
cada persona a su lugar. Este lugar es el retorno al estado original, lo cual
supone que cada criatura se descubre unida a la Fuente, y se abre a la
celebración de esa reciprocidad. La justicia consiste en que cada ser goce de
las condiciones de existencia que le permitan irradiar el Fondo que custodian.
Es posibilitar que cada persona transparente su capacidad teofánica, de modo
que las condiciones sociales sean reflejo de esa relacionalidad. Toda
existencia en el Reino emana de la relación y para la relación;todo brota desde
los demás, con los demás y hacia los demás. Cada ser se desvela como un reflejo
del ser Emancipado, en el reconocimiento de ese Origen y de ese Fondo de los
que cada forma es receptáculo.
La justicia del Reino consiste en vivir en este estado
de receptividad, abiertos a esa Presencia que calma el vacio que nos convierte
en seres agresivos y que hace saltar en mil pedazos la armonía del Reino cuando
no sabemos cómo colmarlo.
Melloni
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