Dios te salve María
llena eres de gracia;
el Señor es contigo
bendita tú eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto
de tu vientre, Jesús.
Santa María,
Madre de Dios,
ruega por nosotros,
pecadores,ahora y en la
hora de nuestra muerte.
Amén
Salve
La Salve es una de las más populares y conocidas oraciones católicas a María la madre de Jesús. Inicialmente una antífona mayor e himno.
Aunque no hay certeza sobre su origen se cree que fue compuesta hacia el siglo XI. Se trata originalmente de una secuencia con rima en "e" aunque la disposición de los versos puede variar según los recopiladores. Durante algún tiempo fue atribuida a Bernardo de Claraval, ahora se sabe que éste sólo añadió la invocación final: O clemens, o pia / o dulcis, Virgo Maria (que introduce una pareja de versos con rima en "ia"). Se ha atribuido a Pedro de Mezonzo, obispo de Compostela y a Ademar de Monteil, obispo de Le Puy-en-Velay y al monje Hermann Contracto de Reichenau. La melodía sencilla que se usa habitualmente para cantarla parece haber sido elaborada por el P. F. Bourgoing.
Los cistercienses, los dominicos y los franciscanos promovieron su uso en diversas circunstancias (en especial en la liturgia de las horas). En 1250 Gregorio IX la aprobó y prescribió que se cantara al final del rezo de las Completas. Los monjes la cantaban antes de dormir y los monjes de la orden de Predicadores la cantaban en procesión con velas encendidas.
Diversos autores cristianos han elaborado comentarios para esta oración, entre ellos destaca: Bernardo de Claraval, Anselmo de Lucca, Pedro Canisio, Francisco Coster, Alfonso María de Ligorio.
Aunque la Salve principalmente es una oración dedicada a la Virgen María (en latín Salve Regina), la gran variedad de representaciones de la Vírgen y la devoción existente en cada lugar donde se venera ha generado la creación de una "Salve" particular según la advocación del lugar.
La Salve es una de las más populares y conocidas oraciones católicas a María la madre de Jesús. Inicialmente una antífona mayor e himno.
Aunque no hay certeza sobre su origen se cree que fue compuesta hacia el siglo XI. Se trata originalmente de una secuencia con rima en "e" aunque la disposición de los versos puede variar según los recopiladores. Durante algún tiempo fue atribuida a Bernardo de Claraval, ahora se sabe que éste sólo añadió la invocación final: O clemens, o pia / o dulcis, Virgo Maria (que introduce una pareja de versos con rima en "ia"). Se ha atribuido a Pedro de Mezonzo, obispo de Compostela y a Ademar de Monteil, obispo de Le Puy-en-Velay y al monje Hermann Contracto de Reichenau. La melodía sencilla que se usa habitualmente para cantarla parece haber sido elaborada por el P. F. Bourgoing.
Los cistercienses, los dominicos y los franciscanos promovieron su uso en diversas circunstancias (en especial en la liturgia de las horas). En 1250 Gregorio IX la aprobó y prescribió que se cantara al final del rezo de las Completas. Los monjes la cantaban antes de dormir y los monjes de la orden de Predicadores la cantaban en procesión con velas encendidas.
Diversos autores cristianos han elaborado comentarios para esta oración, entre ellos destaca: Bernardo de Claraval, Anselmo de Lucca, Pedro Canisio, Francisco Coster, Alfonso María de Ligorio.
Aunque la Salve principalmente es una oración dedicada a la Virgen María (en latín Salve Regina), la gran variedad de representaciones de la Vírgen y la devoción existente en cada lugar donde se venera ha generado la creación de una "Salve" particular según la advocación del lugar.
¿Continúas sin querer analizar tus creencias?
¿Entones?
¿Cómo quedarán satisfechas tus ilusiones?
Los silencios mantienen los secretos,
por tanto,
el sonido más dulce
es el sonido del silencio
4 comentarios:
Um grande beijo no coração, Paco!
Bj
Helô
P.s. Ando numa crise pessoal muito séria com relação às minhas crenças e tem sido muito difícil viver assim! Preciso superar logo esta fase...
El silencio fortifica el alma.
Besitos Paco
parte de nuestra oracion, es el silencio.
en nuetro ruidoso caminar podemos
perdernos de la voz interior, por decirlo asi.
en nuetras oraciones hay que dar un tiepo de silencio para escuchar esa voz que no entendemos como respuesta de nuestra plegarias.
una saludo desde .......
un mar de sentimientos.
Creo q cuando buscamos a Dios, en realidad nos buscamos a nosotros mismos.
Besicos.
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