¿Cuándo dejaremos de tomar como nuestro
aquello que no nos pertenece?
El infierno es
real y está en la tierra. Hay un infierno que transitan día a día muchas
mujeres en la frontera sur de Europa, de España. Padecen un fuego sin llamas.
El infierno es vivir sabiendo que la razón de su existencia es la de servir de
mula de carga. No son los dioses quienes las arrojan al infierno, es la codicia
de unos cuantos y el abandono institucional quienes las lanzan a dirigirse allí
por sus propios pies, dobladas y aguantando humillaciones porque, como siempre sucede,
no les queda de otra si quieren subsistir y sacar adelante a su familia.
En la frontera
entre Marruecos y el enclave español de Ceuta, miles de mujeres caminan con la
espalda encorvada bajo el peso de los fardos de mercancías que transportan. Una
labor agotadora que es parte de un comercio estructurado y próspero. En
Marruecos las llaman “Hamalates” (portadoras), y en España “mujeres mulas”
debido a los paquetes que llevan atados a la espalda como animales de carga.
Para hablar de todo ello y de lo que desconocemos, sobre todo aquí en este lado
de la frontera, hemos contado con una invitada de excepción en Clandestino. Se
trata de Latifa Benaaziz, una feminista marroquí, licenciada en Derecho y
Sociología por las Universidades de Fez y de Tetuán que forma parte de las
coordinadoras locales contra la violencia de género en Marruecos y trabaja en
colectivos que atienden a mujeres, niños y niñas en situación vulnerable, como
estas mujeres que transitan la frontera día a día y por unas horas. Es decir,
principalmente, Latifa es una mujer con conciencia de género y de clase, pero
sobre todo, es una mujer valiente, porque como siempre digo, no es lo mismo ser
feminista y defensora de los DDHH y de los pueblos en según qué países y contextos
vivas.
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