Morimos para
resucitar.
Para la enorme
mayoría de ciudadanos, legos y ateos, el titular MORIR PARA RESUCITAR es un
sinsentido toda vez que científicamente un cuerpo físico cuando muere se
descompone y consecuentemente desaparece.
No obstante, el
titular, empieza a tener sentido cuando lo leemos desde la voluntad y el
compromiso en el abandono del YO.
A todos los seres
vivos, la Emancipación, nos regala un potencial de facultades que debemos
cultivar, desarrollar y poner al servicio del otro. Con los años el ciclo se
invierte empezando el camino de devolución de esas facultades regalas que
concluye con la muerte.
Es en este momento
cuando surge la luz de la nueva vida que ha cristalizado y tomado sentido en
una forma física anónima de la otredad que sigue en la "cadena de
sentido" que es la humanidad.
Por ello, se
entiende, como poco edificante abonar y cultivar valores humanos que induzcan a
esa "cadena de sentido humano" hacia el rencor, la soberbia, el odio
y la venganza. Solo ahí está la muerte oscura y estéril.
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