¿SOMOS?
Evitamos el momento, lo
aplazamos. No nos engañemos: a veces es necesario sincerarnos con nosotros,
hacernos buenas preguntas, barajar todas las opciones…. Y ser.
Somos la suma de todas
nuestras decisiones anteriores. El día de hoy es un resumen de todas las
decisiones que tomamos ayer y anteayer. Cuando alguien se pregunta: “¿Cómo he
llegado a esto?”, debería repasar la larga lista de elecciones que ha tomado en
los últimos años. Y quien se pregunte: “¿Cómo será mi vida en el futuro?”,
debería examinar las decisiones que toma de hoy en adelante. Como dice el
adagio: una cosa lleva a otro. Por todas estas razones, aprender a tomar
decisiones es una habilidad fundamental en la vida que puede aprenderse.
Con cada decisión, la vida
toma una dirección, se bifurca, se desdobla; por eso, decidir genera temor.
Miedo a equivocarse. Así, algunas decisiones quedan suspendidas en el aire. Aunque
“no decidir” es también una decisión, de modo que es literalmente imposible no
tomar decisiones. De alguna manera, deliberada o no, ¿siempre estamos decidiendo!
Y de todas, la peor decisión es la indecisión. Eso es peor que equivocarse.
Si decidir es un proceso tan
importante, ¿cómo es que las personas no cuentan con un sistema que les ayude a
hacerlo? Para tomar buenas decisiones se han de cumplir tres supuestos: aceptar
la posibilidad de errar, definir con exactitud el problema e identificar las
opciones, y usar como herramienta las buenas preguntas.
“Si no puedes
fallar, entonces no vale la pena”
La palabra “valor” tiene dos
acepciones válidas: la de la utilidad y la del atrevimiento. Una vez, alguien
dijo: “Si deseas tener más éxito, debes equivocarte más”.
Estas sabias palabras me
hicieron reflexionar sobre lo poco que nos permitirnos probar, errar y
aprender. Obviamente, el autor de ese pensamiento se refería al valor del error
en el ciclo del aprendizaje: corregir a partir de las equivocaciones, más
conocido como método de la prueba y el error. No le falta razón: todas las personas con logros significativos
han partido de una mala situación y han conocido el fracaso y la caída en su
camino hacia el éxito. Los errores son una etapa del éxito que no conviene
evitar; son demasiado importantes como para tolerarlos o soportarlos. Cometer
equivocaciones forma parte de la vida, son naturales y necesarios. Condicionar
las decisiones o postergarlas para evitar el error es contraproducente.
La lista de empresas y
emprendedores con éxito son un ejemplo de quienes, habiendo cometido errores,
después, y una ver corregidos, triunfaron. ¿Y la suerte? Me temo que no existe
tal cosa: la buena o mala suerte son una superstición.
Las empresas que mejor
sobreviven al actual y doloroso “reset” económico son aquellas que priorizan la
creatividad y el talento por encima de jugar a lo seguro. Empresas innovadoras.
E innovar significa arriesgar todo lo conseguido para lograr algo aún más valioso
para los clientes.
Las personas extraordinarias
son, en realidad, personas ordinarias, pero que en un momento decisivo de su
vida toman decisiones extraordinarias. Su grandeza es fruto de una elección
arriesgada. Y arriesgarse es precisamente el modo para lograr algo grande en la
vida.
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