TERTULIAS/CHARLAS SOBRE COACHING EMANCIPADOR EN EL CÍRCULO DE COACHING ESPECIALIZADO.



Periódicamente nos reunimos en "petit comité", con un aforo máximo de 10 personas, para debatir sobre COACHING EMANCIPADOR.
Son diálogos participativos para realizar una "iniciación" en la disciplina del coaching adaptada a tu universo de sueños.
Si estás interesada/o en participar GRATUITAMENTE deja tu reserva en paco.bailac@salaidavinci.es y te informaremos de los calendarios previstos.

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"ESTAS SON LAS COSAS QUE ACABARÁN CON LA RAZA HUMANA: LA POLÍTICA SIN PRINCIPIOS, EL PROGRESO SIN COMPASIÓN, LA RIQUEZA SIN ESFUERZO, LA ERUDICIÓN SIN SILENCIO, LA RELIGIÓN SIN RIESGO Y EL CULTO SIN CONSCIENCIA"







Renuncias
Hay un tiempo para recibir y un tiempo para dar, un tiempo para exigir y un tiempo para renunciar, un tiempo para adquirir y un tiempo para soltar.
Si consiguiéramos todo lo que deseamos, quedaríamos detenidos allí donde alcanzan nuestros deseos,  Engañosa suerte es la saciedad.
“La renuncia no quita, la renuncia da”
Da,
Porque al no saciar el deseo, la sed no se detiene, no se distrae, Avanza hacia su destino último, el MAR.
Nuestra sociedad no sabe renunciar. Nos ha adiestrado para ello. Por eso perece. Pero su perecer es la ocasión de su despertar, la oportunidad que se nos da para retomar el primer impulso y ser  rescatados de nuestro extravío.
Para poder renunciar debe existir una motivación mayor. La privación pone a prueba nuestra avidez de inmediatez. Introduce una pausa, una distensión, una distancia entre el deseo y su gratificación.
Para llegar al Mar hay que ser capaces de desprenderse de lo que se interpone a lo largo del recorrido, de todo aquello que, autocomplaciéndonos, nos adormece.
Urge identificar los obstáculos y superar las trabas de la vía de regreso al Mar.
Todas las tradiciones conocen prácticas de contención para ejercitarse en el difícil arte de la renuncia. Este espacio de esforzado silenciamiento es indispensable para alcanzar libertad y despejar lucidez.
La luz que de allí brota no es fácil de adquirir. Comporta ausencia y privación y ambas generan ansiedad. La experiencia de la carencia despierta la angustia de vacíos antiguos no elegidos, heridas que horadaron el alma y la hicieron sangrar.
Renunciar con calma, renunciar con esperanza, fortalece.
Adiestra para los tiempos de carestía. Quien se ha entrenado, puede llegar libre y desnudo al Mar habiendo vestido a los demás.
No es rico quien tiene todo lo que desea sino quien no desea más que lo que tiene. Sabe detenerse y gozar con lo que dispone en lugar de correr tras afanes que se suceden sin término.
Como el deseo último no es de cosas sino de Ser, las cosas nunca podrán saciar ni calmar esa sed.
En palabra de un hombre sabio:
“Tener menos  para tener más”
Este giro, origen de claridades, no se adquiere de repente.
Nuestra debilidad procede de haber basado nuestro bienestar en la satisfacción inaplazable de nuestras apetencias. Una civilización que no se ha ejercitado en la renuncia sucumbe porque cuando llegan tiempos de carestía, no sabe soportar la carencia y enloquece.
Adiestrarse en la sobriedad es hacerse fuerte. Supone también capacitarse para la solidaridad porque, reorientado el deseo, se abre espacio para atender el hambre de los demás
Ardua pero fecunda es la escuela de la privación.
Cuando ha sido libremente elegida o, si ha llegado forzada, cuando ha sido aceptada y consentida se convierte en fuente de sabiduría y de compasión porque despeja la mirada para lo Esencial.
Melloni



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