TERTULIAS/CHARLAS SOBRE COACHING EMANCIPADOR EN EL CÍRCULO DE COACHING ESPECIALIZADO.



Periódicamente nos reunimos en "petit comité", con un aforo máximo de 10 personas, para debatir sobre COACHING EMANCIPADOR.
Son diálogos participativos para realizar una "iniciación" en la disciplina del coaching adaptada a tu universo de sueños.
Si estás interesada/o en participar GRATUITAMENTE deja tu reserva en paco.bailac@salaidavinci.es y te informaremos de los calendarios previstos.

¡¡¡Ven te esperamos!!!



"SI ESTÁS ENFADADA CON ALGUIEN QUE AMAS, ABRAZA A ESA PERSONA"


¿Quién dice que soy susceptible?
FRANCESC MIRALLES


La hipersensibilidad nos hace chocar dolorosamente con nuestro entorno. Estar siempre en guardia agota nuestra energía, es causa de aislamiento y provoca baja autoestima.
El humorista catalán Eugenio acostumbraba a explicar un chiste en el que dos amigos se encuentran después de mucho tiempo; el primero le pregunta: “¿Cómo estás?”, y el otro le contesta irritado: “¡Pues mira que tú!”.

“Tras una persona altamente sensible se oculta una urgente necesidad de estima y una visión muy subjetiva de la realidad”
“Antes de perder los estribos conviene recordar que el enfado, además de desgaste, tiene secuelas en la salud general”
Esta situación no es ni absurda ni exagerada para quien conoce lo que en psicología se denomina PAS (personas altamente sensibles). De ellas nos vamos a ocupar en este artículo, con la esperanza de que no se enfaden.
Vivimos en un mundo densamente poblado que nos obliga al roce diario con decenas, a veces cientos de personas diferentes. Cada una de ellas tiene su propia visión de lo que es correcto o incorrecto, una manera de expresarse y de reaccionar ante los estímulos externos. No es de extrañar, por tanto, que salten chispas.
Si quien se halla en medio de la vorágine tiene, además, la piel fina, el sufrimiento y los conflictos están asegurados.
En guerra con el mundo
“Sé comprensivo, porque cada persona que encuentres en tu camino está librando una dura batalla” (Platón)
Además de minar la autoestima, estar siempre en guardia agota nuestra energía y nos aísla socialmente. Las personas hipersensibles pierden amistades con facilidad y les cuesta adaptarse al entorno laboral. Desde fuera parece que estén en guerra con el mundo, aunque en el fondo lo están con ellas mismas.
Todos hemos convivido con caracteres susceptibles, que interpretan cualquier comentario como un ataque y van por el mundo sumando ofensas. Son personas desconfiadas que están siempre a la defensiva y reaccionan con hostilidad a las primeras de cambio.
Se trata de sujetos esclavos de la opinión de los demás o, lo que es peor, de lo que creen que los demás opinan de ellos. Por eso la persona susceptible tiene la capacidad de transformar una conversación intrascendente en una tensa batalla. Una opinión, un comentario o incluso una simple mirada pueden bastar para prender la mecha.
La psicóloga clínica Trinidad Aparicio describe con los siguientes rasgos el perfil del hipersensible:
• Tiene una baja autoestima y es muy vulnerable emocionalmente.
• Pierde el control cuando sospecha que murmuran sobre él o cuando se siente atacado por algún comentario.
• Le afecta cualquier opinión y continuamente piensa en lo que debería haber respondido en el momento de “ser atacado”.
• Tiene menos en cuenta los comentarios positivos que las críticas o comentarios negativos.
• Busca el reconocimiento externo en todo lo que hace y se valora en función de la opinión de su entorno.
• Sus reacciones son imprevisibles.
Tras el perfil de una PAS se oculta, por una parte, una urgente necesidad de estima, y por la otra, una visión exageradamente subjetiva de lo que ocurre a su alrededor. Esto explica que, paradójicamente, el hipersensible pueda reaccionar de forma violenta, hiriendo la sensibilidad de los demás.
LA TERAPIA ARTÍSTICA
“Allí donde hay más sensibilidad es más fuerte el martirio”
(Leonardo da Vinci)
Según un estudio realizado en Estados Unidos, una de cada cinco personas padece hipersensibilidad, lo cual no necesariamente tiene que ser negativo. Antes de ver dónde está la barrera entre la persona sensible o delicada y la susceptibilidad, vamos a ver cómo se desarrolla esta última en las diferentes etapas de la vida. Según la terapeuta Marina B. Rolandelli:
“De niño, el hipersensible construye un mundo de fantasías porque percibe una realidad que le hiere y le provoca angustia y miedo. En la adolescencia se siente incomprendido, y sólo porque no encuentra con quién compartir sus emociones. En la madurez, el hipersensible sufre también en su relación de pareja: nunca está satisfecho con la demostración afectiva del otro; se muestra inseguro, acaparador, absorbente y celoso. Magnifica las escenas cotidianas porque no encuentra la clave para regular las emociones, lo que provoca una permanente crisis de insatisfacción y angustia”.
Una manera de mitigar la hipersensibilidad de modo que no afecte a nuestras relaciones con los demás es canalizarla en una actividad artística como la escritura, la pintura, la música o la fotografía. Cualquier vía de expresión artística es una catarsis que nos permite descargarnos de nuestra sensibilidad más fina para volver al mundo con la piel más dura.
Convivir con un hipersensible
“Las personas no nos quieren por lo que somos, sino por cómo las hacemos sentir” (Irwin Federman)
El día a día con una PAS es lógicamente difícil, ya que nos sentimos obligados a andar con pies de plomo para evitar que se desate el conflicto. Como destaca la psicóloga María Jesús Álava, “la interacción con una persona muy susceptible suele seguir este ritual: relación buena y correcta mientras la otra persona mesure mucho sus palabras y esté pendiente de lo que no debe decir o hacer hasta que, inevitablemente, surge algo imprevisto. El susceptible no puede controlar entonces sus reacciones, no puede evitar sentirse ofendido por todo, aunque sea consciente de que actuando de esta manera se está alejando de las personas de su entorno”.
Sin embargo, al adaptarnos como un guante a las manías de un familiar, amigo o compañero de trabajo no le estamos haciendo ningún favor, porque cuando salga fuera de la burbuja protectora que le procuramos, el choque con el mundo exterior será más violento aún.
Conviene buscar un momento relajado para darle a la PAS algunas claves para facilitar las relaciones con los demás y evitar las fricciones:
• Poner las opiniones en cuarentena. En caliente tendemos a dramatizar situaciones que 24 horas más tarde pueden no tener importancia. Por el mismo motivo, no conviene enviar un correo electrónico cuando nos sentimos dolidos.
• Suspender el juicio. Cuando juzgamos a alguien, inevitablemente emitimos un veredicto e incluso un castigo psicológico. Podemos evitarlo renunciando a fiscalizar a los demás.
• No pronosticar las conductas ajenas. Muchos conflictos nacen en la mente de la persona susceptible, que prevé una reacción adversa por parte de alguien, o bien espera algún tipo de gratificación por un favor realizado. Si no proyectamos lo que tiene que suceder, seremos más inmunes a la decepción.
• Cultivar la flexibilidad. Siguiendo el proverbio indio “es más fácil calzarte unas zapatillas que alfombrar el mundo entero”, podemos invitar a la PAS a adaptarse a los demás simplemente con el ejercicio de ponerse en su lugar: la práctica de la empatía.
• Valorar el hecho, no la persona. Una actuación puede ser más o menos afortunada, pero su impacto psicológico es mucho más suave si no enjuiciamos a la persona en su conjunto. Al valorar el acto en sí ganamos frialdad emocional.
• Prevenir conflictos. Puesto que cada enfado conlleva luego gastar mucha energía mental para mantenerlo o reconducir la situación, hay que aconsejar a la persona hipersensible que evite su inicio.
Días sensibles
“Enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, ciertamente, no resulta tan sencillo” (Aristóteles)
Sin ser necesariamente PAS, hay días que nos levantamos más susceptibles, con los sentimientos a flor de piel, sin saber muy bien por qué. Algunos especialistas hablan de biorritmos, de ciclos energéticos que nos afectan cada mes, con días altos, medianos y bajos. Otros hablan del influjo de la luna, o de los ciclos menstruales en el caso de las mujeres.
Sí parece demostrado que los días encapotados, cuando se avecina tormenta, la mayoría de personas se sienten más irritables y/o desanimadas. Hay días proclives a las explosiones de mal humor que tanto cuestan luego reparar.
Antes de perder los estribos conviene recordar que el enfado, además del desgaste de tiempo y energía que supone, tiene numerosas secuelas en la salud general, como:
• Subida de la presión arterial.
• Acidez estomacal.
• Exceso de adrenalina.
• Insomnio.
Detrás de muchas úlceras, por no hablar de dolencias más temibles, hay un estado de irritación permanente que va minando nuestras defensas un día tras otro. Sólo por eso merece la pena blindarse contra la susceptibilidad.
¿Qué podemos hacer si nos asalta el resentimiento –cuando no directamente el odio– hacia alguien que nos ha herido?
El coach Walter Anderson propone para estos casos un antídoto tan directo como natural: “Si estás enfadado con alguien que amas, abraza a esa persona. Y hazlo de todo corazón. Tal vez en ese momento no sientas deseos de abrazarla, lo cual confirma la necesidad de que lo hagas. Es muy difícil estar enfadado cuando alguien te muestra su amor, y eso es justamente lo que pasa cuando nos abrazamos”.
Hay enfados que sí están justificados, como cuando debemos proteger nuestro terreno en el ámbito laboral. Pero incluso en estos casos hay que medir muy bien el cómo, el cuándo y el con quién, como recomendaba Aristóteles.
Si tenemos un día malo y el asunto no necesita ser resuelto inmediatamente, nos haremos un favor –y lo haremos a nuestro entorno– dejando reposar la cuestión hasta el día siguiente o guardando el correo electrónico en la carpeta de borradores para revisarlo más tarde.
Tal como reza el budismo, al mirar la realidad la teñimos de nosotros mismos. Por tanto, al contemplar nuestro entorno con amabilidad es mucho más probable que ésta nos venga de vuelta. Lo que es seguro es que si cargamos con la mochila de la crispación, ésta no hará más que aumentar su peso.
Sólo por eso vale la pena calzarse las zapatillas y perdonar a los demás por sus imperfecciones. P

¿MORALIDAD?

MIEDO versus VALENTÍA

No es la moralidad ni el sistema positivo de valores de una sociedad lo que la hace progresar, es su inmoralidad y su vicio.
No es nunca el Bien ni lo Bueno, sea éste el ideal y platónico de la moral, o el pragmático de la ciencia y de la técnica, quienes dirigen el cambio o la vitalidad de una sociedad; la impulsión motora procede del libertinaje, sea éste el de las imágenes, de las ideas, o de los signos.
Jean Baudrillard

Los mecanismos neurológicos como seres racionales,con sistemas cerebrales emocionales antiquísimos cuya evolución es lentísima, son comunes a todos los humanos. Nuestro "ordenador biológico" viene equipado con programas emocionales de serie.
¿De dónde proceden entonces las diferentes sensibilidades al miedo?
Una respuesta inmediata sería de la experiencia. Aunque el miedo se hereda.
Así podemos decir que vivimos atenazados por miedos antiguos.
Desde este conocimiento, entonces, ¿que estamos dispuestos a asumir para liberarnos del miedo?
Referencia: José Antonio Marina

¿PARA QUÉ SOY ASÍ?


La costumbre es la cualidad más simple y sencilla
del ser humano y sin embargo no es igual para todos.
Cada uno tiene su costumbre y vive con ella,
ya sea en la gloria o en el desastre.
Los generosos, y en especial los filántropos,
tiene la costumbre de ayudar al prójimo.
Los tiranos y los déspotas suelen tener
la costumbre de torturar, invadir y asesinar.
Todos somos un poco esclavos de nuestras costumbres,
porque ellas no nos sueltan,
nos diseñan un caráctar o adjudican un temple.
Benedetti.

MIEDO versus VALENTÍA
....camino de la ESPERANZA.

"El sujeto sólo puede desear,sólo el objeto puede seducir"
Siempre hemos vivido del esplendor del sujeto, y de la miseria del objeto. El sujeto es el que hace la historía, el que totaliza el mundo. Sujeto individual o sujeto colectivo, sujeto de la conciencia o sujeto del inconciente, el ideal de toda metafísica es el del un mundo-sujeto, el objeto no es más que una peripecia en el camino real de la subjetividad.
El objeto es maldito, obsceno, pasivo, prostituido, es la encarnación del Mal. Esclavo, su única promoción consistirá en entrar en una dialéctica del amo y del esclavo, en la que sin duda se ve asomar el nuevo evangelio, la promesa para el objeto de ser transfigurado en sujeto.
En nuestra sociedad cotidiana TODOS, o perdón la inmensa mayoría, somos objetos del miedo y su comodidad que, guiado por unos cuántos SUJETOS, nos esclavizan para la eternidad. Así perdemos un enorme potencial transitando por los oropeles de las pocilgas.
Debemos distinguir entre tener miedo y ser un cobarde, porque son fenómenos que pertenecen a niveles distintos. El miedo es una emoción, la cobardía un comportamiento.
El ser humano siente miedo y responde psicológicamente al miedo con mecanismos muy próximos a los que usan los animales: huida, ataque, inmovilidad y sumisión. ¿Qué otra cosa puede el ciervo sino huir del leopardo?
El ser humano quiere vivir por encima del miedo. Sabe que no puede eliminarlo, sin caer en la locura o en la insensibilidad, pero quiere actuar a pesar de él.

¿CÓMO TRATAS A TU TALENTO?



LA EUTOPIA CONSTRUYE NUESTRA REALIDAD.

Andando los senderos de la ilusión vamos conquistando nuestras libertades.
Así conocemos que la EMANCIPACIÓN siempre será conquistada, nunca regalada.
Para que el obrero pueda emanciparse precisa de un trabajo libre de presión y mobbing.
Por ello la suerte que tiene el talento
se fundamenta en la represión que le
rodea.
Así, el talento, al no poder manifestarse
sólo crece.
Precisa de un ambiente interno
equilibrado que lo haga
feliz especialmente
no actuando a través de las
emociones. ACTUANDO mediante
el uso de la razón.

¿PARA QUÉ TE PROTEGES?



No estemos siempre a la defensiva
CRISTINA LLAGOSTERA

Ser receloso y estar siempre alerta permite adelantarse a posibles ataques, pero genera tal desconfianza que también fomenta el aislamiento y grandes errores de interpretación.
Suele decirse que la mejor defensa es un buen ataque. Esta frase, tan común en los ambientes deportivos, a menudo se aplica también a las relaciones personales.
“El recelo lleva a exagerar los peligros, a esperar la ofensa, a gastar tiempo y energía escrutando la actitud de los demás”.

Un marido le comenta a su esposa: “Hoy sí que te ha quedado buena la comida”; a lo que ella replica: “¿Qué quieres decir?, ¿que normalmente no cocino bien?”; y él, enojado, responde: “Ni siquiera es posible hablar contigo”. Se trata de un ejemplo común sobre el absurdo en que pueden caer ciertas relaciones cuando prevalece la actitud de estar a la defensiva. Incluso comentarios aparentemente bienintencionados pueden hacer saltar la chispa si se juzgan como claros ataques a la integridad personal.
Pero ¿por qué surge esta necesidad exagerada de defenderse? ¿Y qué consecuencias tiene? El instinto de conservación, que lleva a un individuo a marcar con recelo su propio territorio, es el responsable en gran parte de los conflictos y malentendidos que se generan en la interacción con los demás. Al considerar el mundo un lugar hostil y amenazador, las relaciones se convierten automáticamente en un terreno peligroso donde los demás se ven más como rivales que como aliados.
Cómo crearse enemigos
“El hombre cree que lo que piensa es verdad” (anónimo)
Cualquier persona puede sentirse en algún momento herida y sospechar de las intenciones de los demás. Sin embargo, sólo algunas alcanzan la maestría en detectar el más mínimo mensaje malintencionado. Para lograrlo se puede seguir este manual de instrucciones:
1. El primer paso consiste en convertirse en un verdadero experto en captar cuchicheos, burlas o propósitos secretos. Para ello hay que tener en cuenta los indicios más nimios: una mirada, un gesto, un guiño pueden ayudar a desvelar una mala intención disfrazada de cortesía.
2. Perseverar en este empeño permitirá aprender a leer los pensamientos ajenos. Se podrá así estar más preparado ante el enfado o los celos de otras personas, incluso cuando ellas no sepan o no quieran admitir que abrigan tales sentimientos. Cualquier precaución es poca.
3. Hay que resistir la tentación de infravalorar las pruebas. Aunque parezcan banales, pueden ser parte de un ataque casi imperceptible hacia nuestra persona. No se debe permitir que las apariencias engañen, y al comentar las sospechas con conocidos se debe desconfiar de entrada de quienes intenten disuadirnos.
4. Es obvio que si alguien quiere dañarnos evitará a toda costa ser descubierto o confesar abiertamente su intención, por lo cual resulta por completo contraproducente hablar directamente del tema con él. Mejor, pues, contraatacar cuanto antes, sin dejarse engatusar por los intentos de la otra persona para ganarse nuestra confianza. Sólo mediante una actitud firme y severa le haremos saber que no estamos dispuestos a dejarnos pisotear.
Siguiendo al pie de la letra estas prescripciones se conseguirá prevenir y contrarrestar los ataques, tanto los reales como… los imaginarios. Y ahí reside precisamente la trampa de la actitud defensiva: erige un muro de desconfianza entre uno mismo y los otros. Eso conlleva protección, pero también aislamiento e importantes errores de interpretación.
Paul Watzlawick, un psicólogo experto en comunicación humana, popularizó hace años el concepto de la profecía autocumplida, según el cual las conductas de evitación tienen la curiosa virtud de atraer justamente lo que pretenden evitar.
Piensa mal y acertarás
“Mi esposa era básicamente inmadura. Cuando yo estaba en la bañera, venía ella y me hundía los barcos” (Woody Allen)
La actitud defensiva se construye sobre el miedo a ser herido por los demás. Sin embargo, ese mismo recelo y las estrategias que se utilizan para defenderse facilitan que se encuentre precisamente la realidad que tanto se teme: el rechazo o la ofensa ajena.
Como hemos visto, basta con seguir unas simples indicaciones para crear una atmósfera de desconfianza. Estar a la defensiva supone vivir con la alarma continuamente encendida, sin posibilidad de relajarse. Sin embargo, lo más problemático es que la persona no se da cuenta de hasta qué punto las reacciones que percibe en los demás se deben a su propia actitud recelosa o incluso agresiva.
Si alguien observa vigilante los gestos de quienes le rodean, tarde o temprano encontrará algún indicio sospechoso. Cuando existe una hipótesis en la mente, como, por ejemplo: “No me puedo fiar”, lo más probable es que la atención se decante por buscar pruebas que corroboren esa teoría, desestimando todo aquello que pueda contradecirla. De ese modo, la duda se convierte en una evidencia que la persona utiliza para justificar su actitud defensiva.
Así como hay personas que poseen este rasgo en su carácter, que puede ir desde una tendencia a ser suspicaz hasta trastornos más severos, con frecuencia aparece esta actitud en el seno de una relación, demostrando que existen dificultades importantes a la hora de comunicarse.
Resulta común, por ejemplo, que en la adolescencia se adopte esta actitud defensiva hacia la familia. Se buscan aliados entre los iguales, mientras que los padres pasan a ser, muy a su pesar, los contrincantes. En esta época resulta difícil entenderse, no sólo porque chocan los deseos de unos y otros, sino porque muchos adolescentes necesitan romper, aislarse y poner límites con la familia para construir su propia identidad. Estar a la defensiva les resulta útil para lograrlo.
Se recurre también a esta actitud cuando se quiere proteger una esfera privada, lo cual es una forma de decir: “Aquí no puedes entrar”. Esta respuesta, que en muchas ocasiones resulta apropiada y razonable, en otras se utiliza como escudo para ocultar dificultades que la persona se niega a reconocer. Así, por ejemplo, se trata de una postura muy característica en las personas que tienen problemas de adicción no asumidos cuando se pretende abordar ese tema.
Otras veces, sin embargo, estar a la defensiva indica que existe una relación de competencia o un resentimiento soterrado. En el mundo de la pareja a menudo se producen juegos de este tipo, donde ambos luchan por controlar la situación o reivindicar su punto de vista. Es fácil entonces que crezca la incomprensión y la sensación de impotencia. No hace falta decir que mantener ese pulso constante en el que se pone continuamente a prueba quién gana a quién, genera un tremendo desgaste que puede minar la relación.
La inseguridad interior
“La mente es como un paracaídas; trabaja mejor cuando está abierta” (Thomas Dewar)
Así como las serpientes muerden, a pesar de ser la mayoría inofensivas, los seres humanos atacan cuando se sienten amenazados por alguien. Tras la necesidad exagerada de defenderse, a menudo se esconde una persona que teme no ser escuchada o que se siente débil o insegura, aunque su apariencia refleje todo lo contrario. La ira, los celos, el orgullo, el odio… son los venenos que puede inocular, pero cuanto más los propaga, mayor es también la reserva tóxica que se genera en su interior.
La actitud defensiva se basa en la anticipación de un posible daño, lo cual provoca que en muchas ocasiones se reaccione de manera exagerada. Sin embargo, para quien se siente atacado y ve la causa de los problemas en la reacción de los demás, no resulta nada fácil admitir que las cosas pueden ser diferentes de cómo las percibe y que su defensa a ultranza también puede ser considerada un ataque.
Ser consciente de la propia actitud defensiva no basta, pero supone un paso importante. Por tanto, estar dispuesto a cuestionarse a uno mismo resulta indispensable para transformar esta actitud en algo distinto.
Ganar Y ganar
“Ir a la derecha o la izquierda es fácil. Ganar y ser vencido es fácil también. Pero no ganar ni ser vencido es muy difícil” (proverbio)
La postura defensiva parte del supuesto de que en las relaciones siempre hay quien gana y quien pierde: si uno no se anda con cuidado, los demás se aprovechan. Sin embargo, las relaciones también pueden entenderse y vivirse de un modo bien distinto. Stephen R. Covey, autor de renombrados best sellers, habla en sus libros de la filosofía del yo gano/tú ganas. La relación realmente satisfactoria es aquella que en lugar de crear dos bandos enfrentados busca la cooperación y la unión de fuerzas, con lo que cada persona obtiene un beneficio.
Sin embargo, no hay colaboración sin confianza. El recelo lleva a exagerar los peligros, a esperar el engaño y la ofensa, a gastar tiempo y energía escrutando la actitud de los demás. No se trata de ser ingenuo, ni dejarse pisar, sino de aprender a defenderse de un modo muy diferente: sin necesidad de atacar.
Estar a la defensiva significa reaccionar en el presente con la carga del pasado y anticipando una amenaza futura. Genera confusión y malentendidos. Para desactivar esta actitud será preciso aprender a comunicarse de manera más franca y clara. Una mayor confianza real en uno mismo ayudará a expresar de manera más directa lo que disgusta, manteniendo con los demás una relación abierta y confiada donde el otro se considere un aliado y no un enemigo.

¿VIVIMOS EN NUESTRA REALIDAD?


¿Es la BLOGGERPOLIS un espacio de máscaras?

¿Es el mundo moderno una enfermedad JUDIA?
¿Tú compromiso está con los que sufren o con los que gozan?
¡¡¡Gríte, grité!!!
No hace falta ser un observador demasiado avistado para comprobar que BLOGGERLANDIA es un territorio de la fantasía. Casí un 70% de sus manifestaciones (que representan a personas físicas) adoptan una personalidad ficticia que emerge de una energía acorralada no sé por qué modelo mental.
Pocos de los habitantes de BLOGGERPOLIS serían reconocidos por sus familiares ni por la fotografía de su pasaporte ni por el discurso que distribuyen al abrigo de una personalidad enmascarada. ¿Entonces? ¿Cual es la realidad de los ciudadanos de BLOGGERPOLIS?
¿Por qué nos gusta más llamarnos "El trigre de tres patas" que Wilson Rodriguez Hermosilla? ¿es el blogger una jaula independiente o una celula de una cosmología común e inquieta?
Los pueblos cuando se conocen se aman dado que se comprenden pues se muestran. ¿Podemos abrir, aquí, una ágora de debate que nos saque del seudónimo y nos limpie el maquillaje? O seguimos viviendo la timidez de la máscara veneciana que aunque linda es inquietante.
¡¡¡TODAS LAS OPCIONES SON BELLAS!!!

¡QUÉ HACEMOS CON EL CONFLICTO?



¿CONFLICTO? ¡¡¡para qué!!!

El conflicto consiste en un enfrentamiento o choque intencional entre dos seres o grupos de la misma especie que manifiestan los unos hacia los otros una intención hostil, generalmente acerca de un derecho, y que, para mantener, afirmar o restablecer el derecho, tratan de romper la resistencia del otro, usando eventualmente la violencia, la que podría llevar al aniquilamaiento físico del otro.
En este campo, el coaching comprometido, no el coaching "analgésico/docente", puede colaborar enormemente. En éstos escenarios el "cambio de observador" se revela como fundamental para encontrar nuevos espacios de comprensión y acercamiento.
Podríamos mirar desde otro ángulo el área de lo permitido como vehículo de avance, ante los viejos conceptos.
Anclarse en posicionamientos de tradición/seguridad no aportan nada nuevo ante los conflictos tradicionales. En los espacios del "conflicto" la INNOVACIÓN tiene un terreno abonado. Razonar y ceder para un beneficio común resulta determinante.
El espacio de lo permitido es muy amplio...... no lo limitemos con nuestro "MODELO MENTAL"