"El orgullo rancio provinciano puede
bloquear el fluir de la evolución
creando coágulos de odio entre
humanos"
Nos hemos olvido del Ser entregándonos al
dominio y posesión de las cosas. Estamos
arrojados al mundo sin más sentido que
alimentar el mito de la belleza que
sostenga nuestra naturalera y vanidad.
Anclados emocionalmente, en la infancia,
nos contrariamos cuando no satisfacemos
los deseos y sensaciones.
Buscamos un apego artificial que oculte
la precariedad de nuestra existencia que,
egocentrista, niega la realidad del
nosotros.
Como medicina podemos renunciar a
seguir viviendo para sí, haciéndolo para todos
los demás, no solo para los que nos
resultan cómodos.
Abandonemos el alma pusilánime y
seamos valientes con la liberación de
nuestra voluntad.
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