Es frecuente
contemplar, en las pescaderías de tronío, quince o veinte bogavantes agonizando
en el hielo.
Los traen de
diferentes sitios para el placer de paladares opulones y bolsillos pudientes.
Así se constituyen en
símbolo del capitalismo que además de alimentarse quiere aparentar.
Bien, pues deseo
subrayarte aquí que, el bogavante (por no decir sardina) somos todos, en la
actualidad.
Con sonrojarte
impunidad (los agentes sociales lo permiten con barba y en silencio) nuestras
jóvenes legiones de "mano de obra" están a la venta
"outlet" (lo que antes se denominaba restos de serie).
Conservados por los
subsidios y pensiones de sus familias, los más jóvenes esperan que un
empresario explote su juventud por poco
sueldo y menor planificación de carrera. Los hipnotizan con el consumo y desde
esta sensación de bienestar loa guían hacia la estéril explotación de su
juventud.
La existencia humana
en sociedad no debe ser sobrevivir en la selva.
Aquí no debemos convivir
con el depredador, en sociedad debemos humanizarnos y progresar como seres
inteligentes.
El compromiso de
todos es ayudar al prójimo y no aprovecharse de él.
¿Qué hacemos por los
demás?
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