¿DESEAS CONOCERTE?
Si guardas silencio hazlo por amor.
Si hablas hazlo con amor.
Si corriges hazlo por y con amor.
Si perdonas que sea con amor.
Así dentro de tí entrará la raíz de la
emencipación que te acercará
al gozo de la libertad.
Todos nacemos en un grupo o comunidad humana y en una cultura, en un tiempo y en un espacio determinados que nos condicionan. Cómo pensamos y cómo vivimos, nuestras costumbres y estilos de vida, nuestra organización social, el tipo de relaciones que establecemos con los demás, nuestras valoraciones, tradiciones, etcétera, están atravesados por la cultura del grupo humano al que pertenecemos. La realización concreta de nuestra existencia como sujetos morales está condicionada por "nuestro" grupo humano o comunidad, es el resultado de vivir en una determinada cultura y pertenecer a una determinada comunidad humana. A diferencia del animal no-racional, los humanos somos seres culturales. Nacemos desnudos de cultura, pero la vamos adquiriendo dentro del grupo humano (familia, grupos, sociedad) al que pertenecemos y en el que estamos integrados. También la moral, como forma de comportamiento, es fruto de un aprendizaje. El modo de situarnos "ante" los demás como sujetos morales se aprende y orienta nuestra conducta en un sentido u otro. Hay modos distintos de "ver" a los otros moralmente. Hay distintas maneras de "mirar" al otro moralmente. Depende de cómo concibamos al ser humano, en qué ética nos ubiquemos.
Hay dos modos fundamentales de entender al ser humano, dos corrientes de pensamiento antropológico:
1.- Aquel que concibe al hombre como ser autosuficiente, autónomo e independiente. El ser humano que existe en sí y por sí. Mi existencia como persona es independiente de la existencia del otro. Existe un individuo que después se une a otros individuos ya existentes para construir una comunidad o sociedad. Esta corriente de pensamiento responde a una concepción individualista del hombre. La expresión más inmediata de este modo de entender al hombre nos la da el filósofo francés Sartre cuando dice: "El infierno son los otros". En esta corriente de pensamiento individualista se ha realizado toda una educación, durante siglos, en la sociedad occidental.
2.- Hay otra corriente de pensamiento que concibe al hombre como un ser abierto al otro, en relación con el otro. Sin esta apertura y relación con el otro, el ser humano no se entiende. Es esta apertura al otro la que nos constituye en sujetos humanos. El ser humano es, por naturaleza, un ser relacional, dialógico, abierto al otro. El "yo" no existe sin un "tú" a quien nombrar, El otro no me es ajeno ni extraño: forma parte de mí. Mi existencia como persona está en manos del otro, depende de él.
¿DESEAS CONOCER-TE?
Si guardas silencio hazlo por amor.
Si hablas hazlo con amor.
Si corriges hazlo por y con amor.
Si perdonas que sea con amor.
Así dentro de tí entrará la raíz de la
emencipación que te acercará
al gozo de la libertad.
Todos nacemos en un grupo o comunidad humana y en una cultura, en un tiempo y en un espacio determinados que nos condicionan. Cómo pensamos y cómo vivimos, nuestras costumbres y estilos de vida, nuestra organización social, el tipo de relaciones que establecemos con los demás, nuestras valoraciones, tradiciones, etcétera, están atravesados por la cultura del grupo humano al que pertenecemos. La realización concreta de nuestra existencia como sujetos morales está condicionada por "nuestro" grupo humano o comunidad, es el resultado de vivir en una determinada cultura y pertenecer a una determinada comunidad humana. A diferencia del animal no-racional, los humanos somos seres culturales. Nacemos desnudos de cultura, pero la vamos adquiriendo dentro del grupo humano (familia, grupos, sociedad) al que pertenecemos y en el que estamos integrados. También la moral, como forma de comportamiento, es fruto de un aprendizaje. El modo de situarnos "ante" los demás como sujetos morales se aprende y orienta nuestra conducta en un sentido u otro. Hay modos distintos de "ver" a los otros moralmente. Hay distintas maneras de "mirar" al otro moralmente. Depende de cómo concibamos al ser humano, en qué ética nos ubiquemos.
Hay dos modos fundamentales de entender al ser humano, dos corrientes de pensamiento antropológico:
1.- Aquel que concibe al hombre como ser autosuficiente, autónomo e independiente. El ser humano que existe en sí y por sí. Mi existencia como persona es independiente de la existencia del otro. Existe un individuo que después se une a otros individuos ya existentes para construir una comunidad o sociedad. Esta corriente de pensamiento responde a una concepción individualista del hombre. La expresión más inmediata de este modo de entender al hombre nos la da el filósofo francés Sartre cuando dice: "El infierno son los otros". En esta corriente de pensamiento individualista se ha realizado toda una educación, durante siglos, en la sociedad occidental.
2.- Hay otra corriente de pensamiento que concibe al hombre como un ser abierto al otro, en relación con el otro. Sin esta apertura y relación con el otro, el ser humano no se entiende. Es esta apertura al otro la que nos constituye en sujetos humanos. El ser humano es, por naturaleza, un ser relacional, dialógico, abierto al otro. El "yo" no existe sin un "tú" a quien nombrar, El otro no me es ajeno ni extraño: forma parte de mí. Mi existencia como persona está en manos del otro, depende de él.
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