Dicen
que se denomina proporcionalidad a una determinada relación entre partes que
hace éstas mantengan entre sí un orden capaz de especificarse.
Un célebre ejemplo, es el denominado "hombre de
Vitrubio" donde la simetría determina la proporcionalidad.
Este lenguaje, al ser universal, puede aplicarse a todo.
Frecuentemente lesionamos la proporcionalidad cuando
nuestros intereses no marchan en paralelo con el esfuerzo invertido en
conseguirlo o cuando la barriga de un varón es desproporcionada a sus bíceps.
La armonía en "el todo" se hace necesaria para
no defraudar a la belleza que desde la proporción muestra su esplendor
infinito.
En una dama cuando sus caderas se distancian en sus
extremos y rompen la armonía con el diámetro de sus muslos, debe surgir el
equilibrio en la proporción de su inteligencia que, con los años, ha generado
el matiz.
Proporción, proporción es la clave para mantener el
equilibrio del todo dentro de la dicotomía esfuerzo/deseo.
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