TERTULIAS/CHARLAS SOBRE COACHING EMANCIPADOR EN EL CÍRCULO DE COACHING ESPECIALIZADO.



Periódicamente nos reunimos en "petit comité", con un aforo máximo de 10 personas, para debatir sobre COACHING EMANCIPADOR.
Son diálogos participativos para realizar una "iniciación" en la disciplina del coaching adaptada a tu universo de sueños.
Si estás interesada/o en participar GRATUITAMENTE deja tu reserva en paco.bailac@salaidavinci.es y te informaremos de los calendarios previstos.

¡¡¡Ven te esperamos!!!



AUNQUE LA MAYORÍA DE LAS PERSONAS NO VAN HACIA NINGUNA PARTE NO RECONOCEN ESTAR PERDIDAS




"Alicia se daba por lo general muy buenos consejos a sí misma, aunque rara vez los seguía"

Imaginemos que visitamos con nuestro hijo de ocho años las ruinas de un anfiteatro romano. Cuando estamos en ese escenario colosal le contamos increíbles historias de gladiadores. Y entonces nos pregunta: "¿Quiénes eran los romanos?". A lo que contestamos: "Tú ya lo sabes, lo que estudiaste en el primer trimestre en el tema tres". Y con cara de iluminación exclama: "¡Ah, claro!". Parece como si nuestro cerebro estuviera compartimentado en diferentes cajones. En este caso parece que lo que nos enseñen los libros está en uno y la realidad en otro.
Nuestra teoría sobre la vida, nuestras profundas reflexiones, parece que las tengamos en un cajón, en un nivel, pero seamos incapaces de bajarlas a la práctica. Estamos mirando las noticias, normalmente estremecedoras: guerras, inundaciones, hambre... en ese instante desde la comodidad de nuestro sofá reflexionamos sobre lo inmensamente afortunados que somos. Suena el teléfono y nos advierten de que el paquete que teníamos encargado para hoy no nos lo podrán entregar hasta dentro de dos días. Entonces nos ponemos de un humor de perros y nuestra sensación de privilegio no nos ha ayudado en nada ante la pequeñez de ese contratiempo.
André Compte-Sponville, en su libro La felicidad, desesperadamente, cuenta que cuando tenía unos siete u ocho años vio a un ciego. Intentando ponerse en su lugar, cerró los ojos durante unos segundos, empezó a andar y le pareció atroz, horrible. Y en ese momento hizo una gran reflexión: "Pero este ciego, si recobrara la vista, ¡sería feliz como un loco, simplemente por ver! Por tanto yo, que no soy ciego, he de ser feliz como un loco, puesto que veo". La vida le enseñó que eso no era exactamente así. Matizando la conclusión del filósofo, lo que sí es cierto es que las personas más agradecidas son las más felices. Pero no las más agradecidas "en teoría", no las que guardan esa sensación en un cajón cerrado, sino las que constantemente utilizan ese sentimiento de privilegio para poner al nivel que se merecen la magnitud de sus vicisitudes cotidianas.

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