TERTULIAS/CHARLAS SOBRE COACHING EMANCIPADOR EN EL CÍRCULO DE COACHING ESPECIALIZADO.



Periódicamente nos reunimos en "petit comité", con un aforo máximo de 10 personas, para debatir sobre COACHING EMANCIPADOR.
Son diálogos participativos para realizar una "iniciación" en la disciplina del coaching adaptada a tu universo de sueños.
Si estás interesada/o en participar GRATUITAMENTE deja tu reserva en paco.bailac@salaidavinci.es y te informaremos de los calendarios previstos.

¡¡¡Ven te esperamos!!!



TEXTOS PARA EL ALMA 237



Desde tu muda presencia, Emancipación, me influyes para que note tu existencia sin verte.
Permanentemente nos llamas a todos para darnos a conocer el gozo de tu existencia que reclama el abandono de nuestro egoísmo.
Desde esa humildad nos haces comprender que tu docta bondad nos ayuda diariamente a desvelar el misterio de nuestra existencia mas allá del banal sufrimiento.
Así, como pajarillos heridos y sin protección, vamos desvaneciéndonos sin destino ni horizonte satisfaciendo, simplemente, las demandas de la carne.
Crucificados entre los cuatro puntos cardinales estamos en la "cultura de la pereza" entretenidos por la televisión y la soberbia.

Emancipación estamos como aves caídas del nido sin otra razón de SER que el TENER. Practica con nosotros una acción "transformadora" que nos permita abandonar los cuidados "paliativos" donde la comodidad nos ha instalado.

LUZ



Darte gracias, siempre y en todo lugar...
Porque gracias al misterio
de la Palabra hecha carne,
la luz de tu gloria brilla ante nuestros ojos
con nuevo resplandor.
Para que, conociendo a la Emancipación visiblemente,
ella nos lleve al amor de lo invisible.
Silos

TEXTOS PARA EL ALMA 236



¿Para qué profundizas en la comunicación si ya lo explica la prensa?

No me atrevo a cifrar cuantos miembros de la ciudadanía existen ausentes de las penas y progresos de los "otros".
En estos dispersos silencios existen innumerables parentescos de expresión cuya gramática está por determinar.
Con ello millones de personas no se ven representadas en ninguno de los iconos que "lo establecido" ha acuñado.
En este vacío nace sublenguajes que la semiología - signos no verbales- recoge e intenta descifrar.
No toda la expresión y/comunicación es verbo. Los humanos nos mostramos mediante diversos signos o posturas que frecuentemente pueden ser más locuaces que el verbo.
Sin duda dice más de nosotros lo que hacemos que lo que decimos aunque es más fácil decir que hacer.
Leer e interpretar, pues, los distintos lenguajes que conviven en la existencia humana ayudará a que entendamos más cosas de la otredad y desde el conocimiento podamos ayudarla a través de la comprensión.

TEXTOS PARA EL ALMA 235



Pasar de "objeto a sujeto" puede ser un anhelo que pocos consiguen.
Para conseguirlo debemos tomar conciencia que en las relaciones humanas, habitualmente, todos somos "objeto" de una necesidad del "otro" es decir, que sin esa necesidad no somos nada por nosotros mismos.
Al aceptar somos "objeto" satisfactorio de una necesidad, estamos aceptando la inexistencia del SER amado por sí mismo y con ello el amor al prójimo.
Renunciar, pues, a ser sujeto principal psíquico/social es abdicar del AMOR que solo puede ser singular. No somos para lo que servimos socialmente, somos sujetos amados individualmente por la Emancipación, con una función propia que va más allá de la que nos atribuye la necesidad como "objetos".

!!!No te conformes!!!

LA FELICIDAD NO CONSISTE EN OTRA COSA QUE EN TENER BUENA SALUD Y MALA MEMORIA


Tres mitos sobre la felicidad

Cada uno debe encontrar su propia receta. Pero dejar de esperar que ocurran ciertas cosas es un primer paso para alcanzarla

Desde que las primeras tribus se reunieron alrededor del fuego, la felicidad ha sido un tema de conversación interminable, ya que sus concepciones y enfoques son casi infinitos.
La realización personal implica algo distinto para cada individuo, dependiendo de su cultura, necesidades y situación. Aun así, con el paso del tiempo han ido emergiendo ciertos mitos sobre la felicidad, antiguos y modernos, de validez supuestamente universal.
En este artículo se examinan tres de los más extendidos para entender un poco mejor la aspiración humana más esencial.
La teoría de que la felicidad es una herencia que se recibe a través de los genes tiene tantos partidarios como detractores. Aceptarlo equivale a asumir que si la lotería genética no nos ha favorecido, estamos condenados a la negatividad y el pesimismo, mientras que otras personas fluirán con alegría y naturalidad en el río de la vida.
La felicidad se lleva en los genes: “Yo soy el amo y capitán de mi destino” Nelson Mandela

¿Qué hay de cierto en esta creencia? Para tratar de averiguarlo, David Lykken, profesor de Psicología de la Universidad de Minnesota, llevó a cabo en la década de 1990 una ambiciosa investigación. Los sujetos del estudio fueron 4.000 parejas de gemelos, tanto idénticos como mellizos, que habían sido educados de igual modo y con las mismas oportunidades.
Tras cotejar las entrevistas de unos y otros, los investigadores concluyeron que aproximadamente el 50% de la felicidad es heredada genéticamente y el otro 50% es aprendida.

Si se representa el nivel de satisfacción como un queso, una mitad sería una tendencia natural del carácter de cada uno. Ya en los bebés se observan temperamentos dulces y otros que son más irascibles e insatisfechos. La mitad restante dependerá del modo en el que cada cual decida vivir las cosas.

Por tanto, la felicidad personal ni funciona con piloto automático ni tampoco se decide por completo según este estudio, sino que sería la suma de la naturaleza y de las decisiones vitales.
Que la felicidad se lleva en los genes sería, por tanto, una verdad a medias.
Del mismo modo que un tímido patológico puede subir a un escenario y desplegar el espectáculo más atrevido, también la persona melancólica tiene la libertad de abandonar ese estado de ánimo y darse una fiesta.

La alcanzaré cuando…
“La felicidad está en la antesala de la felicidad” Eduard Punset

A diario, la publicidad bombardea con mensajes para convencer acerca de que determinados bienes procurarán la felicidad. Así, en los anuncios se ve a un conductor que fluye serenamente con su deportivo, o bien a una familia exultante al estrenar nueva casa.
En un plano más personal, a menudo se supedita la felicidad a encontrar pareja o a conseguir un trabajo mejor. Sin embargo, poner condiciones a nuestro bienestar equivale a postergarlo una y otra vez mientras el tiempo va pasando.

En su libro Los mitos de la felicidad, Sonja Lyubomirsky, profesora de Psicología de la Universidad de California, afirma que en “la idea de ‘seré feliz cuando…’, la falsa promesa no estriba en que lograr esos sucesos no nos vaya a hacer más felices; casi seguro que sí. El problema es que esos logros, aun cuando en principio sean totalmente gratificantes, no harán tan inmensamente felices, ni durante tanto tiempo, como se cree. Por consiguiente, cuando alcanzar tales objetivos no nos haga tan felices como esperábamos, pensaremos que nos pasa algo o que debemos ser los únicos que nos sentimos así”.
La arpista más reconocida de Gales y el maestro senegalés de kora Seckou Keita unen sus talentos para este disco instrumental que es un inesperado monumento sonoro. Piezas sutiles e inspiradoras en las que viejas melodías del país de Gales se fusionan con la música mandinga.
Una vez se pasa la novedad, el sentimiento de insatisfacción vuelve a hacer acto de presencia y se necesitará otro deseo hacia el que proyectarse. En resumen: se consume más tiempo persiguiendo otras cosas que disfrutando de las que ya se tienen.
La misma autora señala que otro mito igual de extendido y perjudicial es la creencia “no seré feliz si…”. Es decir, supeditar nuestro bienestar interior a que no sucedan acontecimientos negativos. “Cuando sufrimos un cambio de fortuna adverso, nuestra reacción suele ser sobredimensionada”, afirma Lyubomirsky. “Entonces nos parece que no podremos volver a ser felices, y que la vida que conocemos se ha acabado ya”.
La realización personal no se puede someter a condiciones, ya que la vida es cambiante y siempre vamos a bascular entre experiencias positivas y negativas. Aceptar con naturalidad los altibajos de la existencia es lo que nos puede procurar un bienestar duradero e incondicional.
No es una cuestión de cuenta corriente. 
“El dinero no da la felicidad, pero procura una sensación tan parecida que se necesita un especialista muy avanzado para verificar la diferencia” Woody Allen
Sobre esta cuestión se han realizado numerosos estudios que sirven de contrapunto a mitos como el de Bután. En 1972, el rey de este país propuso el término “felicidad interior bruta” como alternativa al producto interior bruto, que en su país era realmente bajo.
Se llegó a decir que Bután era el país más feliz del mundo, afirmación discutida por numerosos viajeros que han visitado la zona y han podido ver a algunos de sus habitantes que sufrían de pobreza y enfermedades, aunque la religión budista les facilite afrontar estas situaciones con mayor serenidad.
Acerca de esto, los investigadores aportan una conclusión clara: aunque solo sea por su calidad de vida, las personas que viven por encima del umbral de pobreza son ya más felices que las que tienen que luchar por sobrevivir.
Sí es cierto que a partir de un nivel de ingresos suficiente, engrosar la cuenta bancaria no aporta más sensación de este sentimiento. Un estudio realizado en Estados Unidos demostró que, por término general, los individuos que ganan más de 90.000 dólares anuales no son más dichosos que los que tienen unos ingresos entre 50.000 y 90.000 dólares. Una amplia encuesta realizada en Japón arrojó resultados similares.
Por tanto, habría que precisar un poco más el tópico y decir: el dinero no da la felicidad, siempre y cuando tengamos suficiente para atender nuestras necesidades básicas. Si carecemos de ingresos para pagar la hipoteca, satisfacer las facturas o llenar la nevera, en ese caso el dinero sí da la tranquilidad necesaria para poder vivir con más satisfacción.
Conclusiones finales. “La felicidad no consiste en otra cosa que en tener buena salud y mala memoria” Albert Schweitzer
Hay muchos otros mitos de este estado de ánimo en la cultura popular, pero tampoco responden a una verdad válida para todos. La satisfacción de cada individuo tiene una medida tan personal, dependiendo de sus inclinaciones y prioridades, que no hay nada que pueda hacer feliz a todo el mundo.
Algunas personas incluso encuentran alegría en estrellarse y tener que empezar de cero. Como afirma el filósofo André Comte-Sponville, “la desesperanza da alas. El que lo ha perdido todo se vuelve ligero, no veáis en ello elogio alguno de la tristeza, al contrario. La tristeza es siempre una pesada carga. La desesperanza no es la infelicidad (…) y está muy cerca de la felicidad misma. Feliz es aquel al que nada le cabe esperar. Tener esperanza es esperar; la felicidad comienza cuando ya no se espera”.
Dejar de esperar que sucedan ciertas cosas es una buena clave para no ser infelices. Si uno consigue liberarse de las creencias sobre la felicidad, estará más cerca de conseguirla por sus propios medios, fomentando un modo de vida que permita estar en paz consigo mismo a la vez que se convierte en alguien útil para los demás.
La buena noticia es que no hay fórmulas mágicas para conseguir llegar a este estado de ánimo. Cada uno de nosotros deberá descubrir, en el camino de la vida, su propia receta

Cada momento es único

“En la propia vida es donde están las pequeñas gotas de felicidad, los momentos, quizá minutos o segundos, donde nos damos cuenta de que ese instante es único y vale la pena. En la misma rutina diaria podemos encontrar esa tranquilidad en los momentos más sencillos, y disfrutar de ellos es lo que aporta calma, bienestar, serenidad y satisfacción a nuestra vida. Buscar la felicidad en el futuro es injusto para nosotros mismos, puesto que no valoramos lo que hemos conseguido hasta este momento, hasta el presente, y continuamente anhelamos algo que no tenemos, algo que, en ocasiones, ni siquiera sabemos qué es”.
Nika Vázquez Seguí (Psicóloga)

TEXTOS PARA EL ALMA 234



 Cuando carecemos de silencio interior, trivializamos, volatilizamos y banalizamos la vida, al estar continuamente expuesta a la merced del viento que más sopla, del ruido que más aturde.
El monje y el Filosofo

LOS SABIOS HABLAN PORQUE TIENEN ALGO QUE DECIR; LOS TONTOS, PORQUE TIENEN QUE DECIR ALGO.


Comunicación y redes sociales

Han revolucionado la forma de comunicarse, pero tienen ventajas e inconvenientes

Las reglas básicas son: no relegar el contacto personal y no hacer nada de lo que no se estaría orgulloso en el mundo no virtual

Las redes sociales han revolucionado la forma de comunicarse; de los amigos contados con los dedos de una mano se ha pasado en muy poco tiempo a tener cientos, a los que la mayoría de las veces nunca se ha dado un abrazo. Estas estructuras de contacto acercan y alejan. Permiten comunicarse a cualquier hora del día con cualquier persona, aunque viva a una distancia kilométrica, pero también pueden aislar a las que están más cerca.
Con diferentes finalidades, desde la meramente profesional hasta la de compartir ocio, conocimientos o buscar pareja; todas ellas atienden a una de las necesidades básicas del ser humano: estar en contacto con otra persona, socializarse y cubrir el sentimiento de pertenencia.
Si se usan adecuadamente, ofrecen ventajas como las que se enumeran a continuación:

Las palabras amables pueden ser cortas y fáciles de decir, pero sus ecos son realmente infinitos” 
Teresa de Calcuta
Facilitan comunicarse en la distancia. Hace años era impensable, sobre todo por el coste económico, poder hablar diariamente con seres queridos o con profesionales que se encontraran alejados geográficamente. Ahora solo exige tener una conexión a Internet en el ordenador o en cualquiera de los dispositivos móviles que tenemos a nuestro alcance.

Visibilidad para su negocio o para sus propios conocimientos si desea compartirlos. Las redes sociales son un inmenso escaparate si se consigue ser atractivo. La calidad de los comentarios, el sentido del humor, las soluciones o tener ideas diferentes permite fidelizar seguidores deseosos de ver qué se les propone.

Permiten que personas tímidas se puedan expresar tranquilamente. En este caso, la red social nunca debería ser un sustituto del contacto presencial, pero sí un escenario en el que practicar las habilidades sociales para exponerse al público cuando uno se sienta seguro.
Búsqueda de pareja. A partir de los 30 y según en qué círculos se mueva, cuesta mucho encontrar pareja. Los amigos tienen su vida hecha y las oportunidades de conocer personas nuevas es escasa. Muchos desearían poder conocer a gente, pero desconocen cómo y dónde. Las redes sociales que facilitan este tipo de contactos son una plaza en la que se pasea de forma virtual. Puede conocer los perfiles, entablar conversaciones y, si convencen, quedar presencialmente.
Facilitan estar informado al segundo de lo que ocurre en el mundo. Permiten seleccionar el tipo de información que desea recibir. Se trata de una información consciente y libre.
Las redes sociales también tienen grandes inconvenientes:
Le alejan de la gente cercana. Es un error usarlas durante los momentos en los que tendría que estar interactuando con la gente que sí tiene presente.
Engaños. Se debe tener en cuenta que puede encontrar en ellas personas que mienten sobre distintos aspectos por miedo a que condicionen la relación con su interlocutor.
Cobardía. Detrás de avatares anónimos se esconden personas que insultan, menosprecian y humillan sin dar la cara. Liberan sus frustraciones y rabia, y no tienen en cuenta el impacto de sus palabras. Las redes sociales les facilita hacer, pero les protege de recibir.
La falsa seguridad. Muchos adolescentes aprenden a relacionar su autoestima como personas en función del número de seguidores y los “me gusta” que reciben. Se debe tener en cuenta que en muchas ocasiones en estos medios, el valor del interior pierde toda la fuerza frente al culto al cuerpo y otros factores materialistas relacionados con el aspecto.
Los sabios hablan porque tienen algo que decir; los tontos, porque tienen que decir algo”
Platón
La falta de paciencia. Hace años, cuando se necesitaba discutir con alguien, era obligado quedar en persona o llamar por teléfono. En ambas situaciones había que exponerse al otro, lo que de alguna manera inhibe la conducta impulsiva. El hecho de mensajearse, sin testar la intensidad de la emoción que siente la otra parte, da lugar a malinterpretaciones y a ser más desinhibido escribiendo que si la conversación tuviera lugar frente a frente.
Adicción. Su atractivo y rapidez pueden provocar adicción.
Intimidación y acoso. La misma falta de valentía y estar oculto detrás de un personaje puede llevar a personas agresivas, rencorosas y con malos sentimientos a arremeter contra alguien, acosarle y hacerle daño.
Reglas para comunicarnos mejor:
Tenga prudencia con lo que expresa y con las fotografías que comparte con los demás. Lo que ahora le parece gracioso, igual dentro de un tiempo no lo es. Todo lo que cuelga puede ser guardado por otros y utilizado cuando lo deseen.
Pida permiso y sea discreto. No cuelgue ni exprese nada sin permiso de quien aparece en un comentario o en una fotografía. Es parte del respeto a su intimidad.
Paciencia. Piense las cosas dos veces antes de escribir y contestar. Si se siente ofendido con algún comentario, no conteste de forma inmediata. Espere, redacte, relea, mida las consecuencias de lo que va a decir y piense cómo le puede venir de vuelta.

Sea benevolente. No se tome todo como una ofensa. Es difícil descifrar la intencionalidad de ciertos comentarios en las redes sociales. En lugar de entender un comentario como un ataque, interprételo como una aportación distinta a su opinión.
No escriba con faltas de ortografía. Las redes son gratuitas, no necesita acortar palabras ni eliminar letras. Cuando escribe con errores gramaticales, pierde credibilidad. Pero no corrija a otros, no es nadie para dejar en ridículo a quien se ha expresado intencionadamente o sin darse cuenta con un error gramatical. Solo conseguirá que se sienta mal por su equívoco.
No sustituya la comunicación personal por la comunicación en las redes. No sustituya la parte presencial de las relaciones personales. Ver, tocar, besar, observar, felicitar un cumpleaños o agradecer algo requieren una llamada o su presencia.
¿Cómo quiere ser visto?
No cruzar los límites. Si tiene pareja y en su escala de valores comparte con ella la fidelidad y lealtad, tenga cuidado de no traspasarlos. Muchas personas pierden la vergüenza y el pudor a través de las redes. Las utilizan para seducir y flirtear. Es fácil sentirse atraído por conversaciones o comentarios subidos de tono que no mantendría con su pareja. Puede resultar un juego peligroso. El límite está en cualquier comentario o foto que tendría que esconder a su pareja, aquello que sabe que le sentaría mal incluso a usted si viviera esa situación.

El árbol de la vida es la comunicación con los amigos; el fruto, el descanso y la confianza en ellos” 
Francisco de Quevedo
Todo no vale. Las redes sociales, sobre todo en los adolescentes, se han convertido en un potenciador de la falsa seguridad, confianza y autoestima. Con tal de ganar seguidores y más “me gusta”, venden su cuerpo al diablo: caras incitadoras, lenguaje corporal relacionado con la provocación y la sexualidad, desnudos o semidesnudos, morritos calientes y poses de modelo.
Sea sincero, pero a la vez proteja su intimidad. No desvele a desconocidos, por mucha confianza que le inspiren, datos íntimos y privados, fotos personales que puedan hacerle daño. Tampoco mienta, solo evite y protéjase de lo que pueda hacerle daño.
Sea empático. Si va a hacer un comentario público, piense en los demás, en quién recibe su comentario, en si tiene hijos y cómo le puede afectar. Recuerde que está en un lugar público, expuesto a su familia, sus compañeros de trabajo y a todo tipo de personas.
Sea amable y positivo. Nos gusta relacionarnos con quien ofrece apoyo, sonríe, valora y es agradecido.
Las redes sociales tienen que estar a nuestro servicio para disfrutarlas y aprovecharnos positivamente de ellas, pero nunca para esclavizarnos y hacernos sentir mal. Mucho menos para hacer sufrir a los demás.