TERTULIAS/CHARLAS SOBRE COACHING EMANCIPADOR EN EL CÍRCULO DE COACHING ESPECIALIZADO.



Periódicamente nos reunimos en "petit comité", con un aforo máximo de 10 personas, para debatir sobre COACHING EMANCIPADOR.
Son diálogos participativos para realizar una "iniciación" en la disciplina del coaching adaptada a tu universo de sueños.
Si estás interesada/o en participar GRATUITAMENTE deja tu reserva en paco.bailac@salaidavinci.es y te informaremos de los calendarios previstos.

¡¡¡Ven te esperamos!!!



¿POR QUÉ SE LE OCURRE A TAN POCA GENTE TOMAR BAÑOS DE SILENCIO?



• Pensamientos •
Hay un deseo común, que es el cumplimiento de lo que se cree que va a dar felicidad al yo, al ego.
Ese deseo es apego, porque ponemos en él la seguridad, la certeza de la felicidad.
Es el miedo el que nos hace desear agarrar con las manos la felicidad, y ella no se deja agarrar. Ella es. Esto
sólo lo descubrimos observando, bien despiertos, viendo cuándo nos mueven los miedos y cuándo nuestras
motivaciones son reales. Si nos aferramos a los deseos, es señal de que hay apego.
El apego habrá perdido la batalla cuando lo descubras, y ya no tendrá el poder que la inconciencia le daba.
Tú mandarás sobre él.
La aprobación, el éxito, la alabanza, la valoración, son las drogas con las que nos ha hecho drogadictos la
sociedad, y al no tenerlas siempre, el sufrimiento es terrible.
El día en que entres de pleno en tu realidad, el día en que ya no te resistas a ver las cosas como son, se te
irán deshaciendo tus ceguedades. Puede que aún sigas teniendo deseos y apegos, pero ya no te engañarás.
La base del sufrimiento es el apego, el deseo. En cuanto deseas una cosa compulsivamente y pones todas
tus ansias de felicidad en ella, te expones a la desilusión de no conseguirla.
El estar despierto y mirar sin engaños no quiere decir que desaparezca tu programación, sino que allí
estará, pero la verás claramente, y al apego lo llamarás apego, y a lo que creías amor lo llamarás egoísmo.
No existe necesidad de ser popular. No existe necesidad de ser amado o aceptado. No existe necesidad
de estar en posición de relevancia o de ser importante. Éstas no son necesidades humanas básicas. Son
deseos que nacen del ego —el yo condicionado—, del mío. Algo profundamente incrustado en ti. Tu yo no
tiene interés en estas cosas. Él ya tiene todo lo que necesita para ser feliz. Todo lo que necesitas es
concientizarte de tus apegos, de las ilusiones que esas cosas son, y estarás en camino hacia la libertad.
Las cosas son lo que son. No son mías, tuyas o de él. Esto es una mera convención entre nosotros.
No has de apegarte a ninguna cosa, ni a ninguna persona, ni aún a tu madre, porque el apego es miedo, y
el miedo es un impedimento para amar.
Cuando un arquero dispara simplemente por deporte, aplica toda su destreza. Cuando apunta hacia un
premio de oro, queda ciego, pierde la razón, ve dos blancos.
Su habilidad no cambió, pero sí el premio. Se preocupa más por vencer que por tirar. Y la necesidad de
ganar lo vació de poder. La ambición quita poder.
La felicidad es tu esencia, tu estado natural y, por ello, cuando algo se interpone, la oscurece, y sufres por
miedo a perderla. Te sientes mal, porque ansías aquello que eres. Es el apego a las cosas que crees que te
proporcionan felicidad lo que te hace sufrir.
Lo malo es que la mayoría equipara la felicidad con conseguir el objeto de su apego, y no quiere saber que
la felicidad está precisamente en la ausencia de los apegos, y en no estar sometido al poder de ninguna
persona o cosa.
Si buscas ser feliz, procura no perseguir tus deseos, porque ellos no son respuesta para tu vida. Para ser
feliz, abandona tus deseos o transfórmalos, entendiendo preferentemente su limitado valor. La realización de
los deseos trae alivio y bienestar, no felicidad.
La raíz de todo sufrimiento es el apegarse, el apoderarse. Apegarse no es más que proyectar el ego, el mío
sobre alguna cosa. Tan pronto como proyectas el yo en algo, el apego se instala.
Cuando retiramos lentamente las palabras "yo, mío, a mí" de nuestras propiedades, campos, ropas,
sociedad, congregación, país, religión, de nuestro cuerpo, de nuestra personalidad, el resultado es liberación,
libertad. Cuando no hay yo, las cosas son lo que son. Dejas que la vida sea vida.
Tú no tienes que impresionar a nadie, nunca más. Estás completamente cómodo con todo el mundo, no
deseas nunca más nada de nadie. El no cumplimiento de tus deseos no te hace infeliz.

Si comprendieses tus deberes, apegos, atracciones, obsesiones, predilecciones, inclinaciones, y si te
desprendieses de todo eso, el amor aparecería.

¡¡¡SIN RIESGO NO HAY PROGRESO!!!



Sin zona de confort no hay seguridad. Sin riesgo no hay progreso. 

Sin error no hay aprendizaje. Sin satisfacción no hay recompensa que nos motive e inspire a empezar de nuevo el proceso. Así, los cuatro círculos son necesarios y debemos cultivar todos ellos. LA DIFERENCIA “Las maravillas de la vida se nos escapan por la cómoda trampa de la rutina” ( John Nigro) La mayoría de nosotros nos enfrentamos a desafíos de vez en cuando y hay largos periodos de, digamos, relativa tranquilidad. ¿Qué hacer para estar preparados para cuando llegue el momento de salir de la zona de bienestar? La respuesta está, paradójicamente, en la rutina. Es decir, en introducir pequeños cambios en todas aquellas cosas que hacemos casi automáticamente. Lo importante es hacerlo con una actitud también diferente, mostrándonos interesados, ignorantes, interrogativos e implicados. Es decir, abrir la mente, hacernos preguntas, abandonarnos a la CAPACIDAD DE SORPRESA “La sorpresa es el móvil de cada descubrimiento” (Cesare Pavese) El famoso Mihaly Csikszentmihalyi, uno de los padres de la psicología positiva, define la capacidad de sorpresa como uno de los grandes rasgos de la personalidad creativa. Para ser capaces de asombrar a los demás, antes debemos ser capaces de sorprendernos a nosotros mismos. Y sorpresa y creatividad son músculos que podemos entrenar, desarrollar y fortalecer. Todo lo expuesto hasta el momento no tendrá casi efecto en nosotros y en nuestra vida si no somos capaces de maravillarnos. El puro hecho de cambiar de camino para ir al trabajo no tiene ningún valor si no nos obligamos a encontrar durante el trayecto algo que nos sorprenda. Y para ello debemos estar conectados y atentos, observar con una mirada primeriza.
Csikszentmihalyi propone un ejercicio que deberíamos hacer como mínimo dos veces por semana: ser capaces de maravillarnos de algo y ser capaces de sorprender a alguien a lo largo del día. Solo una vez, pero en las dos direcciones. Este ejercicio nos obliga a pensar distinto, a hacer cosas de una manera diferente y a estar conectados con nuestra atención y nuestro asombro. Además de permitirnos entrar y explorar nuestras zonas de riesgo, error y satisfacción. Es gratis. Es sencillo. Y es muy divertido

ESTAMOS TAN ESCLAVIZADOS POR LAS PRESIONES SOCIALES QUE LA MITAD DE NUESTRO TIEMPO Y TALENTO, SE MALGASTAN EN EXHIBIRNOS Y DEMOSTRAR A LOS DEMÁS QUE SOMOS GRANDES Y MAGNÍFICOS.




“HAY UN REMEDIO PARA LAS CULPAS, reconocerlas”

Todo tiene su razón de ser y una explicación lógica. Los sentimientos negativos funcionan como un termómetro, nos indican que algo no funciona y se manifiestan a través del malestar. Pero tienen su parte positiva: educa, permiten evolucionar y generan aprendizaje.
¿Sino sintiera culpa, cómo sabría que ha  herido a alguien? Si no sintiera frustración, igual no le daría valor al esfuerzo cuando consigue su objetivo.
¿Y qué me dice de la inseguridad?...También tiene un sentido evolutivo, le protege de las amenazas, aunque muchas de ellas no sean tan aterradoras como imagina.
Ahora, deje espacio a sus sentimientos y, cuando estime que han convivido con usted el tiempo suficiente, ábrales la puerta y déjeles marchar.


¡¡¡DECIDÍ BUSCAR A UN HOMBRE EXPERIMENTADO Y SABIO QUE PUDIERA ENSEÑARME PERSONALMENTE AQUELLO QUE TAN VIOLENTAMENTE ATRAÍA MI ALMA!!!



Conocer el camino es conocerse a sí mismo; conocerse a sí mismo es olvidarse de sí mismo; olvidarse de sí mismo es quedar iluminado por todo.

Sentimientos que dañan el alma.
La envidia, la culpa, el remordimiento, la inseguridad…forman parte de nuestra evolución y tienen su parte positiva. Lo que hay que evitar es que nos bloqueen.

Si les pidiera que contestaran a la pregunta: ¿cuál es su misión en la vida? Seguramente no me darían una sola respuesta, sino muchas. Todas las personas tienen objetivos diferentes relacionados con su vida familiar, personal, social y laboral. Pero hay un deseo que nos une a todos, y ese es el de ser feliz. Todos anhelamos equilibrio interior, paz y tranquilidad.

El bienestar no viene genéticamente predeterminado, sino que se busca, se entrena. Las personas se rodean de circunstancias, de otros compañeros de viaje y de momentos que les aportan felicidad, buscan la seguridad y tratan de desprenderse de todo lo que les incomoda y provoca dolor. De hecho vivimos en la era de la felicidad. Se cultiva y practica una filosofía dirigida a cuidarse y mimarse, y muchas personas dejan de salir de su zona de confort para evitar enfrentarse a sus miedos y no sentir la incomodidad del sufrimiento. Pero la envidia, la culpa, el remordimiento, la inseguridad, la frustración, la vergüenza…todos esos sentimientos forman parte de nuestra evolución. Lo inteligente es saber dosificarlos para que cumplan con su función y no dejar que nos bloqueen.

¿PODEMOS "DESPLEGAR" NUESTRO TALENTO DESDE LA INMOVILIDAD?



Lo importante es hacer pequeños cambios en la rutina. Abrir la mente y hacernos preguntas


La zona de error. La zona de riesgo es temporal, dura hasta que vienen los resultados. Puede que nuestro documento en inglés no nos haya salido todo lo bien que deseábamos. Entramos entonces en la zona de error, que dura lo que lo hace nuestra capacidad de aprender de él, reponernos y volver a intentarlo, entrando de nuevo en la zona de riesgo. Tenemos dos opciones. Una, abandonar para siempre la tarea. Otra, aprender de todo aquello que no hemos hecho bien, seguir poniendo a prueba nuestras capacidades y avanzar. La zona de satisfacción. Cuando hemos superado el muro del nuevo reto, entramos en la zona de satisfacción. Orgullo y fuerzas renovadas. De la zona de satisfacción volvemos a la zona de bienestar, ahora más amplia. Y desde ahí hemos de ser capaces de reflexionar acerca de nuestro poder de ensanchar nuestros límites. Es una franja de motivación, no de autocomplacencia.

¿LA INSEGURIDAD NOS PERMITE EL AVANCE Y LA COMODIDAD NOS ADORMECE?




Más allá de la rutina hay incertidumbre, riesgo y la posibilidad de equivocarse. Pero hacer las cosas de forma distinta es el primer paso para superar nuestros límites y abrir la puerta a resultados reveladores.
A lo largo del tiempo y de las rutinas, todos nos hemos creado una zona de comodidad en la que nos sentimos seguros y protegidos. Es el espacio de los hábitos, de las costumbres y de las repeticiones; de la certeza. Pero dentro de estos límites también se encuentran cosas menos cotidianas, como nuestras aptitudes y habilidades, es decir, todo aquello que sabemos que hacemos bien y donde la posibilidad de error es reducida. Es más, puesto que las costumbres, los hábitos y las rutinas tienen doble dirección, es posible que con el tiempo y la inercia nos convirtamos en los encargados de preparar aquello en lo que somos más hábiles. Y eso es bueno.

Sin embargo, existe un riesgo: que la franja de comodidad se convierta en todo nuestro universo, olvidando que, para que siga siendo precisamente así, necesita ir siendo ampliada. Y de esta manera también se verán acrecentadas nuestras aptitudes y habilidades, a la vez que nos vacunaremos contra la falta de retos y motivaciones. ¿Cómo conseguirlo? Hacerlo diferente. Decía Einstein que no se pueden conseguir resultados distintos haciendo las cosas del mismo modo de siempre. MIRMIRAR MÁS ALLÁ “El juego de ponerse límites a sí mismo es uno de los placeres secretos de la vida” ( G. K. Chesterton) Cuando decidimos abordar algo que nos supone un reto o un desafío, estamos a punto de establecernos un nuevo límite. Así ,nuestros sentidos se ponen en guardia y nuestra atención activa el modo de alerta. Estamos a punto de adentrarnos en: La zona de riesgo. Imaginemos que no dominamos el inglés y, aun así, nos encargan preparar un documento en esta lengua. Entramos de lleno en la zona de riesgo. Inseguridad, sí, pero también concentración y alerta. Lo que significa que invertiremos más tiempo y repasaremos varias veces cada una de las frases. Todos cometemos errores, pero solo algunos son capaces de hacer lo que hacíamos de pequeños: caer, levantarnos, ponernos en pie y vuelta a empezar.

¡¡¡LO HICIERON PORQUE NO SABÍAN QUE ERA IMPOSIBLE!!!



Si abordas una situación como asunto de vida o muerte, morirás muchas veces.

Podemos actuar desde el presente para estar preparados y disfrutar o reaccionar ante los “cisnes negros” que nos encontramos. Sin embargo, en ocasiones se nos exige tomar una decisión. ¿Qué hacer cuando nos encontramos frente a dos caminos y tenemos que escoger uno? Decidir es tratar de predecir qué será mejor para nosotros, y si las predicciones acostumbran a fallar, ¿qué se supone que debemos hacer?
Lo cierto es que lo más importante no es qué debemos hacer, sino qué no debemos hacer; no decidir. Este es el peor y más común de los errores. Quedarse atenazado por la ansiedad, caer en lo que los especialistas denominan parálisis por análisis.
Ante dos caminos, elija el que tiene corazón. En el fondo sabemos aquello que conecta con nosotros, nuestros principios y expectativas. Siempre hay un camino que reconocemos como el nuestro. Si somos conscientes de que una vez elegido un camino debemos estar preparados para reaccionar ante situaciones imposibles de presagiar, tomaremos nuestras decisiones con más tranquilidad, objetividad y serenidad.
Lo importante siempre escapa al análisis. Los científicos las llaman intangibles o variables ocultas. Existen circunstancias que por más vueltas que les demos, escapan a nuestro control. Por esta razón es tan importante que hagamos caso a nuestro corazón o, para los menos románticos, nuestra intuición.

AdÁptese al camino. Lo que sí podemos predecir es que, una vez que hayamos elegido, deberemos seguir andando. Tal vez nos encontremos con cruces inesperados, tal vez no salga todo como falsamente preveíamos, eso no importa. Una vez más, lo importante de la decisión es avanzar en ella, adaptarse a las circunstancias y estar preparados tanto para los obstáculos como para las sorpresas que nos depara el vieja.