TERTULIAS/CHARLAS SOBRE COACHING EMANCIPADOR EN EL CÍRCULO DE COACHING ESPECIALIZADO.



Periódicamente nos reunimos en "petit comité", con un aforo máximo de 10 personas, para debatir sobre COACHING EMANCIPADOR.
Son diálogos participativos para realizar una "iniciación" en la disciplina del coaching adaptada a tu universo de sueños.
Si estás interesada/o en participar GRATUITAMENTE deja tu reserva en paco.bailac@salaidavinci.es y te informaremos de los calendarios previstos.

¡¡¡Ven te esperamos!!!



PADRE NUESTRO DEL COACHING.




Padre nuestro,que estás en el cielo,santificado sea tu Nombre;venga a nosotros tu reino;hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;perdona nuestras ofensas,como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;no nos dejes caer en la tentación,y líbranos del mal.
Amén
EMANCIPACIÓN de todos,
que estás a nuestro alcance,

muestra-te asequible a todos los modelos mentales;

de manera que podamos ser libres.

Condúcemos hacia la liberación de nuestro apegos,

creencias y prejuicios que nos distorsionan.

Sácamos del ostracismo del egoismo diario;

permitiendo-nos aceptar al prójimo como legítimo otro;

así, desde el amor y la escucha activa, nos alejaremos de los oropeles consumistas para entrar en una cotidianidad responsable y solidaria.

AYUDA-NOS

ES MÁS FÁCIL DESINTEGRAR UN ÁTOMO QUE UN PREJUICIO.




Nada es imposible
FRANCESC MIRALLES
A menudo nos ponemos límites psicológicos que nos impiden conseguir algo. Es hora de derribarlos.
El ser humano necesita agarrarse a verdades absolutas, encontrar seguridades en un mundo siempre cambiante. En estas creencias monolíticas se basan las grandes religiones, que no permiten cuestionamiento alguno de su dogma, pero también la ciencia y la economía han padecido el mismo mal. Pensamos que ciertos pilares jamás se moverán de sitio... hasta que el edificio entero se viene abajo y nos damos cuenta de que la realidad es algo muy distinto de lo que habíamos creído.
. De nosotros depende cuestionar la realidad y decidir dónde está el límite"
En este artículo veremos cómo la verdad -cualquier verdad- es provisional como la vida misma. Es únicamente un punto de apoyo que nos sirve hasta que una verdad nueva sustituya a la vieja. También en nuestra vida personal nos aferramos a creencias limitadoras como aquellos que, hace unos siglos, afirmaban que la Tierra era plana. Antes de nada, hagamos un poco de historia de las verdades provisionales de la ciencia.
CIERTO HASTA QUE...
"Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio" (Albert Einstein)
Sin duda, el caso más conocido de un hombre que se enfrentó a una verdad inmutable fue Galileo, que desafió la creencia de su época de que la Tierra era el centro del Sistema Solar. La Inquisición le obligó a desmentirse públicamente y de rodillas. Se dice que cuando el viejo sabio se levantó de esta humillación, murmuró por lo bajo la célebre frase "Y sin embargo se mueve".
Por aquellos tiempos, la visión del mundo que propugnaba la Iglesia era aceptada por todos los mortales. En el siglo XX, la ciencia logró ocupar el lugar de autoridad absoluta que había ostentado la religión, pero ni siquiera la física, que avanza a base de prueba y error, se libraba de las verdades absolutas. A partir de Galileo, Newton y otros gigantes de la astronomía, se había llegado a la conclusión de que el cosmos era un preciso mecanismo de relojería donde todo sucede siempre del mismo modo. Asimismo, prevalecía que el tiempo era algo absoluto que transcurría igual en cualquier punto del universo y en cualquier circunstancia.
Con su teoría de la relatividad, Einstein se encargó de desmontar esa creencia. De hecho, demostró cómo a medida que aumenta nuestra velocidad, el tiempo se ralentizaría hasta llegar a detenerse si alcanzáramos la velocidad de la luz: unos 300.000 kilómetros por segundo. Y nació otra verdad absoluta: nada puede viajar a una velocidad superior a la de la luz.
En su novela Quantic love, la doctora en física cuántica Sonia Fernández-Vidal narra una historia de amor en el CERN, donde se encuentra el célebre acelerador de partículas. La acción se sitúa justo en las semanas en las que quizá se rompió esta última verdad absoluta.
Hace apenas unos meses, los científicos del proyecto OPERA realizaron un experimento asombroso con los neutrinos, una partículas extremadamente pequeñas que atraviesan nuestro cuerpo por millones a cada instante. Este equipo de investigación disparó un haz de neutrinos, en línea recta a través de la Tierra, desde el laboratorio del CERN hasta el Gran Sasso, en Italia. Allí los esperaba un detector gigante que llevó a cabo una medición inquietante. Si los resultados obtenidos son correctos, los neutrinos cubrieron los 730 kilómetros del trayecto 60 nanosegundos antes que la luz en el vacío. Es decir, le ganaron la carrera a la luz nada menos que por 18 metros.
De no encontrarse una explicación para esta violación de la velocidad máxima establecida por Einstein, la ciencia se encontrará ante un nuevo panorama en el que todo es cuestionable.
Lo mismo ocurre actualmente con la macroeconomía. Las sucesivas crisis que hemos ido padeciendo han demostrado que nuestro sistema no se asentaba en las leyes de un mercado regulado. Lo que ha sucedido prueba que Gobiernos y bancos se han ocupado de ocultar las anomalías -a diferencia de como procede la ciencia- que hacían peligrar todo el tinglado con el único fin de que no cundiera el pánico y poder conservar así su statu quo.
Una vez más se ha demostrado que esta creencia tenía mucho menos fundamento del que creíamos.
BARRERAS PSICOLÓGICAS
"Nadie llegará muy lejos a menos que no haga lo imposible como mínimo una vez al día"
(Elbert Hubbard)

De la ciencia y la economía nos vamos a la aventura del ser humano individual, que también vive preso de creencias limitadoras. Cuando se habla de fronteras psicológicas, a menudo se cita lo que sucedió con la barrera de los 10 segundos en los 100 metros lisos.
Hasta 1968 se consideraba del todo imposible cubrir esa prueba por debajo de los 10 segundos. Era una verdad absoluta que sería puesta en evidencia aquel año por Jim Hines, un afroamericano que asombró al mundo al lograr la marca de 9,95. Lo más sorprendente, teniendo en cuenta que esa barrera se mantuvo a lo largo de siete décadas, es que pasaron menos de nueve años para que otro atleta, Silvio Leonard, bajara nuevamente de los 10 segundos. El tercero, Carl Lewis, lo hizo cinco años y medio después. Un mes y medio más tarde, Calvin Smith batía nuevamente esa marca.
¿Qué había sucedido? Algo muy sencillo: los atletas abandonaron la verdad absoluta de que era imposible hacerlo y, eliminada esta barrera psicológica, fueron batiendo la marca cada vez más a menudo. El freno de la imposibilidad se había convertido en el reto de lo posible.
El cuento más conocido del psicoterapeuta y escritor Jorge Bucay ilustra de manera muy diáfana en qué consiste una barrera psicológica en la vida cotidiana. Lo hace a través de la historia de un elefante.
Un niño observaba en un circo un enorme ejemplar que, después de hacer gala de gran fuerza durante su número, permanecía atado a una pequeña estaca clavada en el suelo, con una cadena que aprisionaba sus patas. Era obvio que tenía que ser capaz de liberarse con facilidad de aquel pequeño trozo de madera. El niño se preguntaba qué sujetaba entonces al animal.
Muchos años después, alguien le contó que aquella bestia del circo no escapaba porque había estado atado a una estaca parecida desde que era muy pequeño. En aquel momento, el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y, a pesar de sus esfuerzos, no lo consiguió, porque aquella estaca era demasiado grande para él. Lo intentó hasta el agotamiento, un día tras otro, por lo que el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Ese elefante enorme y poderoso tiene grabado el recuerdo de su fracaso cuando era diez veces más pequeño. Jamás ha vuelto a poner a prueba su fuerza.
Del mismo modo que ese elefante, muchas personas que en el pasado no fueron capaces de conseguir algo (encontrar pareja, cambiar de trabajo, aprender un idioma, una nueva habilidad) siguen clavadas a una estaca que podrían derribar con solo dar un paso hacia delante. Todas las verdades son provisionales, incluso las de la actual crisis económica. De nosotros depende cuestionar la realidad oficial y, como Jim Hines, decidir dónde está el límite.

¡¡¡a veces las ideas flojean y nos dejamos llevar por la corriente!!!



La rutina, la costumbre o el hábito ayudan a vivir. Hay que elogiar la rutina, el hábito, y todos los bienes que, humildemente, velan. Frente a los que ven en la rutina un impulso tanático, un freno a la vida, a lo nuevo, ella supone un esfuerzo espléndido y constante que encubre su pasado de lucha por pudor. Esa especie de segunda naturaleza, esa espontaneidad adquirida, se ofrece cotidianamente para librarnos de la incertidumbre paralizante, de la angustia ante lo nuevo, del agotamiento en la lucha. La rutina nos mece en lo conocido, nos espera fiel como una promesa, nos ayuda a seguir

Muchas veces, cuando las ideas no se despliegan o no funcionan con suavidad o nosotras no las hacemos funcionar bien, perdemos la concentración. Eso es una parte de un ciclo natural y ocurre porque la idea se ha enranciado o nosotras hemos perdido la capacidad de verla de una forma renovada. Nos hemos hecho viejas y frágiles como el anciano de los “tres cabellos de oro”. Aunque se han apuntado muchas teorías a propósito de los “bloqueos” creativos, lo cierto es que los bloqueos más ligeros van y vienen como las pautas meteorológicas y las estaciones…. Exceptuando los bloqueos psicológicos, por ejemplo, el hecho de no llegar a la propia verdad, el temor a ser rechazadas, el temor a decir lo que sabemos, las dudas acerca de la propia capacidad, la contaminación de la corriente básica, la aceptación de la mediocridad o de la pálidas imitaciones……
Este cuento, que hemos visto en diferentes episodios (ver epígrafe Pinkola,) resulta excelente porque recorre todo el ciclo de una idea, la diminuta luz que se le concede y que, naturalmente, es la misma idea, la cual se agota y está a punto de extinguirse como parte de su ciclo natural. En los cuentos de hadas, cuando ocurre algo malo, significa que hay que probar otra cosa, que se tiene que introducir una nueva energía, que se tiene que consultar con un ayudante, un sanador, una fuerza mágica.
Pinkola

EL QUE NO CREE EN NADA VIVE SIN "NADA"



Cuando las palabras ingresan en el diccionario
las pobres están perdidas.
Si la palabra está sola, al aire libre,
se levanta en su significado, dice algo,
lo sostiene.
Pero cuando entre en el diccionario, la muchedumbre de significados
la esfixia.
Mario Benedetti.


EL YO SOLO NO EXISTE. SIN LOS DEMÁS NO ERES NADIE.


Todos los seres humanos desean ser queridos. Pero ¿Cuántos aman realmente? El verdadero amor actúa como un alquimista: convierte la ambición en altruismo y transforma el sufrimiento en Felicidad.“Cuando el sabio señala la Luna el necio mira el dedo” .


Que hemos venido a este mundo a aprender a amar es una verdad ancestral. Se descubrió antes de que empezara la historia de filosofía. Zoroastro, Mahavira, Lao Tese, Buda, Confucio, Sócrates, Jesucristo. Todos esto grandes sabios de la humanidad, cuyas enseñanzas dieron origen a las instituciones religiosas que conocemos hoy en día, dijeron esencialmente lo mismo:“Amar a los demás es el camino que lleva a los seres humanos a la felicidad”.Aunque muchos otros han seguido predicando con su ejemplo sobre el poder transformador del amor, pasan los años las décadas y lo siglos , y la gran mayoría de los seres humanos seguimos sin saber amar. Aprender esos no entra en los planes de nuestro proceso de condicionamiento familiar, social, cultural, religioso, laboral político y económico. Como estudiantes nos hacen memorizar lo inimaginable. Luego nos preparan para ser profesionales productivos. Pero se olvidan de lo más básico. Así es como entramos en el mundo: sin saber gestionar nuestra vida emocional.Y si bien el éxito no es la base de la felicidad, ésta sí es la base de cualquier éxito. Por el contrario desde pequeños no hacen creer que el mundo esta lleno de gente malvada. Que no hay que confiar en los desconocidos. Que lo importante es ocuparse de uno mismo e ir tirando. Así, el miedo, la frustración y el resentimiento van pasándose de generación en generación, creando una cultura basada en la desconfianza, la resignación y la insatisfacción.

¿LLEGÓ A TI COMO UNA PRIMAVERA LIBERADORA?




Si miramos nuestra historia de sueños encontraremos, seguramente, el día, en que descubrimos la Emancipación, a través quizá, de un testimonio de alguien o por el impacto de un suceso. Quizás no sabemos explicarlo pero ese impulso llegó a nosotros pasando por el corazón..... reflexiona, entonces, en esos momentos para encontrar la liberación de tu apego.

¿LIDERAZGO?





Mi jefe es demasiado diplomático

FRANCESC MIRALLES

Peor que un líder déspota y autoritario es el líder blando que quiere quedar bien con todo el mundo y no se enfrenta a los conflictos, lo que genera desánimo y frustración en su equipo. Los que dirigen la actividad a la que dedicamos la mayor parte de nuestra vida despierta, el trabajo, influyen de manera decisiva en nuestra felicidad cotidiana. Un mal jefe condiciona de tal manera nuestro día a día, que puede ser causa de apatía, depresión o incluso de una baja laboral.
“Un empleado con un jefe blando debe hacer lo que su superior no hace: pedirle liderazgo y conseguir compromisos”
En el cliché del dirigente a temer se suele mostrar la personalidad autoritaria, que no atiende a razones y carga todas las culpas sobre sus subordinados. Sin embargo, ese no es el perfil más nocivo. Hay algo aún peor que tener un jefe exigente e inflexible: sufrir un líder blando que quiere contentar a todos y, por lo tanto, no toma decisiones ni es justo con sus empleados. El diplomático resulta muy agradable al principio, pero cuando llegan los conflictos, su equipo queda indefenso debido a su falta de liderazgo. Detrás de su aparente moderación y timidez hay una persona que no se moja porque tiene miedo de equivocarse o de ganarse enemigos. Este perfil tan común en algunas empresas huye de los valores de la autoridad tradicional, pero a cambio ofrece más problemas que soluciones.
El líder clásico“Los diplomáticos solo son útiles cuando hace buen tiempo. Cuando empieza a llover, se ahogan con cada gota”(Charles de Gaulle)
Que hayamos superado el modelo de jefe déspota y jerárquico no significa que no debamos rescatar algunas de sus virtudes, ya que toda nave debe ser capitaneada si quiere llegar a puerto.Según la recordada Mercè Sala, que dirigió Renfe y el metro de Barcelona, el líder clásico se caracteriza por la toma de decisiones y la resolución de problemas. Antepone las necesidades de la organización a las de los empleados y se apoya en determinadas reglas que hace cumplir a su equipo. En cierto modo, representa la autoridad patriarcal llevada al mundo de la empresa.En el siglo XXI, en muchas organizaciones esta figura ha sido sustituida por el gestor sin carisma que hace su trabajo y rehúye los problemas. Muchos empleados se desesperan porque su jefe nunca se define e intenta quedar bien con todo el mundo, mientras se acumulan los problemas y las injusticias. Este líder blando puede acabar haciendo más daño que el líder duro y autoritario.En su libro El encanto de Hamelín, Mercè Sala cuestiona así este tipo de liderazgo: “Cuando una organización está muy burocratizada existe la tendencia a no tomar decisiones por miedo a equivocarse. En esta clase de empresa ya no hay un líder que dirija, sino un administrador que sigue la normativa al pie de la letra y es incapaz de detectar los problemas. Por este motivo predomina la ineficacia. (...) Un líder de verdad debe tener el estómago fuerte; liderar no es un plato apto para aquellos que tienen miedo a equivocarse o a crearse enemigos; tampoco lo es para aquellos que necesitan pruebas definitivas antes de tomar una decisión”.Los daños colaterales de esta clase de dirección son:

• Apatía de los empleados, que se sienten parte de una maquinaria gris donde todo funciona por inercia y cualquier propuesta caerá en saco roto.

• Frustración por la desidia de la empresa ante problemas que se podrían solucionar fácilmente y que se enquistan.

• Fricciones dentro del mismo equipo, que se ve obligado a autogestionarse, con lo que se imponen los caracteres más dominantes y, a menudo, tiránicos.

• Sentimiento de inutilidad y de pérdida de tiempo, lo que conduce a aplicar la ley del mínimo esfuerzo.
El líder blando

“Nunca se debe permitir que continúen los problemas para evitar un conflicto, puesto que no se evita, solo se retrasa por hacerse más grande” (Maquiavelo)
Las personas que trabajan en esta clase de entorno laboral se sienten desorientadas y sin motivación. Haciendo un símil con un equipo de fútbol, el entrenador blando sería aquel que no logra imponer una idea de juego, con lo que el equipo se arrastra por el campo a la espera de que un golpe de fortuna haga entrar la pelota. Quien no sabe “a qué juega” tampoco sabrá gestionar las diferencias entre los jugadores, con lo cual en el vestuario acaba mandando la mafia de los más fuertes. Resultado: fracaso asegurado para todos.Sin recurrir al modelo autoritario, el liderazgo efectivo es el que ejerce el entrenador que dirige así a su equipo:

• Transmite unos objetivos comunes y un estilo claro que da identidad.

• Escucha a cada uno de los jugadores y se asegura de que entienden el funcionamiento del sistema. Aprovecha sus virtudes individuales para el juego colectivo.

• Actúa de juez ante cualquier conflicto que se desata en el grupo y procura que no salga del vestuario.

• Cuando uno de los jugadores es irrecuperable y lastra el rendimiento general, lo aparta para que no intoxique el tono general del equipo.Pero si nos toca en suerte un líder blando tendremos que buscar cómo sobrevivir. El consultor especializado en recursos humanos Roberto Debayle sugiere lo siguiente ante el jefe que evita el conflicto a cualquier riesgo y no se moja: “Mi recomendación para un empleado con esta clase de jefe es que haga lo que su superior no hace: pedirle verbalmente el liderazgo que necesita y conseguir compromisos por escrito, si es una persona poco asertiva a la hora de dialogar”.Si nos dirigimos a él o ella con tacto y nuestro discurso es razonable reaccionará con moderado agradecimiento, además de con cierta sorpresa. Dado que su principal preocupación es conservar el puesto, hará los movimientos necesarios para corregir los defectos de su gestión para poder proseguir su silencioso liderazgo.
Cinco jefes indeseables

“Es más temible un ejército de cien corderos guiado por un león que un ejército de cien leones guiado por un cordero”(Charles Maurice)
La consultoría Otto Walter realizó hace unos años una encuesta entre más de 750 profesionales de nuestro país para que calificaran a sus directivos. Entre los modelos de líder más criticados estaban los siguientes:1. El irrespetuoso y prepotente. Tiene los peores vicios del jefe tradicional. Es aquel que humilla a sus empleados en público, se expresa a gritos y es vanidoso. Esta clase de dirigente consigue mantener el orden, pero no inspira ni motiva a sus subordinados.2. El que no escucha. Bastante común. No se puede dialogar con él o ella porque solo se escucha a sí mismo. A menudo vive las aportaciones de su equipo como un peligro para su gestión.3. El que es incapaz de apoyar a su equipo. Por miedo o por falta de personalidad, da la espalda a sus empleados cuando los debe defender ante un superior o un cliente. Esta actitud crea un gran sentimiento de desazón en la plantilla.4. El que se cierra en su despacho. No le gusta relacionarse con los empleados y, cuando habla, parece que lo haga en otro idioma. Vive en un mundo de cifras o abstractos objetivos, lejos de la realidad de su equipo.5. El que no sabe lo que quiere. Depredador terrible para el equilibrio psicológico de su gente, el líder que cambia constantemente de opinión o no da instrucciones claras arrastra a los suyos hacia una deriva que es peor que el “ordeno y mando”.Entre estos modelos negativos, aunque el primero parece el menos dañino, no se adecua en absoluto a las necesidades de nuestros tiempos, en los que los equipos necesitan maniobrar con creatividad y autonomía ante los cambios.Pedro Padilla, que ha dirigido la corporación Televisión Azteca, hace al respecto la siguiente reflexión: “Más que duro o blando con sus empleados, deberíamos hablar del líder justo o injusto. No sirve de nada un líder blando, pero injusto; a la mayoría de los empleados no les importa que su líder sea duro, siempre que proceda con justicia y dé a cada uno lo que le corresponde”.Tal vez ahí esté la clave: actuar con justicia y reconocer los méritos de los demás puede bastar para, una vez fijado el objetivo común, volar todos en la misma dirección.Esa es una lección que no solo deberían aplicarse los jefes y jefas con asalariados. También los padres deben ejercer una autoridad motivadora e inteligente con sus hijos, por no hablar del difícil ejercicio de gobernarse cada uno. A la hora de ser justos y de detectar los problemas hay que empezar por uno mismo.
¿Sumisos o combativos?“Padres, maestros y hombres de negocios han conspirado inconscientemente para producir un país de tímidos. En la infancia muchos padres censuran a los hijos que se atreven a defender sus derechos. Los maestros premian a los estudiantes que no discuten el sistema educativo y tratan con dureza a los que lo cuestionan. Todo empleado aprende, al empezar su carrera, que si protesta no es probable que reciba un aumento o un ascenso. Después, esta actitud se extiende a la vida familiar y social”. Herbert Fensterheim, No diga sí cuando quiera decir no.

¿Y SI LA VIDA SÓLO FUERA UN SUEÑO? PUES LA MUERTE NO EXISTE SIMPLEMENTE HAY PROTAGONISTAS ANÓNIMOS DE ESPEJISMOS





¿Es que ya nadie va a ilusionarse?
XAVIER GUIX
Necesitamos entusiasmo. Es una de las claves de la vida. Además, es contagioso. Vale que las cosas están mal. La crisis, el paro. Pero en la espiral del pesimismo nadie sale del agujero. Nada se puede esperar de quien no cree en sí mismo.
En los repertorios que usamos para interpretar la realidad, algunas palabras como ilusión, alegría, optimismo o entusiasmo han perdido brillo. No se ajustan al contexto, pero sin ellas la vida queda encogida. Siguen ahí, esperándonos.
"Caer no es el problema. Lo será el tiempo que necesitemos para levantarnos de nuevo"
En tiempos de indignación parece contrapuesto estar reivindicando el entusiasmo como motor de nuestra existencia, tanto individual como colectiva. Sin embargo, es un ejercicio necesario el comprender la simultaneidad de nuestras emociones, así como las graves consecuencias que conlleva instalarse en creencias limitantes, más aún cuando se contagian masivamente. Mucha gente se siente hoy invadida por sentimientos de desesperanza, impotencia y pérdida de validez personal. No cabe duda de que existen razones y evidencias para ello. Pero también es cierto que por nuestras venas sigue circulando la vida, que el corazón sigue batiendo, que todo nuestro organismo sigue despierto y sensible. No hemos perdido aún, que se sepa, la capacidad de sentirnos vivos, de decidir hasta dónde queremos que nos afecten los sucesos del exterior y, sobre todo, no hemos perdido la facultad de seguir sintiendo y amando. Tenemos, si queremos, la posibilidad de cambiar, de decidir cómo vivir.
TODO OCURRE SIMULTÁNEAMENTE
"Los ideales que iluminan mi camino y una y otra vez me han dado coraje para enfrentar la vida con alegría han sido: la amabilidad, la belleza y la verdad" (Albert Einstein)
Existen motivos para la indignación y también para la alegría o el entusiasmo. Lo malo del asunto es cuando quedamos atrapados en un sentimiento, en solo uno, y lo convertimos en el filtro por el que percibimos toda realidad. Sabemos que, atrapados en una emoción, no solo se resiente nuestro organismo, sino que acuden a nuestra mente ideas y planes tamizados por dicha emoción. Si hay miedo, por ejemplo, se contrae el estómago, asoman expresiones de terror y acuden a la mente imágenes dramáticas. Si, por el contrario, sentimos emociones positivas, los efectos también lo serán.
Lo curioso del bagaje humano es que podemos sentir emociones y sentimientos contradictorios a la vez. Probablemente, habremos experimentado esas simultaneidades en situaciones reconocibles: en los duelos se mezclan el dolor y el amor; en las tensiones de pareja, el amor y el odio; cuando somos duros y tiernos a la vez con los hijos o con las amistades. Asistimos a un mundo en el que coexisten la avaricia y la especulación con el altruismo y la compasión.
Dicho así, podemos simultanear la indignación o la sensación de impotencia con el coraje y el entusiasmo. Aunque aparenten contradicción, pueden ser experimentados a la vez. Todo dependerá del que fomentemos más, al que consideremos más competente. La trampa consiste en creer solo en una posibilidad.
CONTAGIARSE DE ENTUSIASMO
"Los años arrugan la piel, pero renunciar al entusiasmo arruga el alma" (Albert Schwitzar)
El sustantivo entusiasmo procede del griego enthousiasmós, formado sobre la preposición en y el sustantivo theós (dios), lo que suele traducirse como el ser habitado por los dioses, o por las energías creadoras del universo. El entusiasta tiene el poder de crear dentro de sí mismo y, lo mejor, contagiarlo a los demás. Esa es una de las claves del éxito en la vida. El entusiasmo tiene la mayor capacidad de influencia, mientras que el desánimo ahuyenta. El entusiasta que no vende humo despierta luz en los demás.
La primera ocurrencia errónea, cuando se habla de estas facultades, es considerarlas propiedades naturales o genéticas. Pero el entusiasmo es energía creadora, una fuerza generativa voluntaria. La tenemos todos, porque todos, en algún aspecto, hemos sentido su fulgor ante expectativas ilusionantes. Lo único que puede degollar su presencia son las creencias limitantes; aquí podríamos inscribir los "no puedo", "no sé", "no servirá de nada", "es imposible", "es muy difícil"... ¿Para qué entusiasmarse ante tantas dificultades como nos pone la vida? Para convertirlas en posibilidades. ¿De qué sirve el entusiasmo cuando no se tiene trabajo? Pues precisamente para crear mejores condiciones para conseguirlo. Seligman confirmó en sus estudios que el entusiasmo se encuentra en aquellos individuos que piensan que hay que vivir plenamente cada momento de la vida, evitando el abatimiento y la indefensión.
En cambio, ¿qué se puede esperar del que no cree en sí mismo? ¿Qué acaba contagiando aquél que anda todo el día indignado? No quisiera con ello mostrarme poco sensible ante el sufrimiento de muchas personas, entre los que incluyo a familiares propios. Tampoco propongo brindis al sol y mantenernos ingenuamente contentos, pero engañados. Solo me pregunto: ¿Cuánto tiempo queremos permanecer encerrados en el sufrimiento? ¿Tiene alguna utilidad? ¿Cómo salir de ahí?
DEL DESÁNIMO A LA ILUSIÓN
"La puerta de la felicidad se abre hacia dentro, hay que retirarse un poco para abrirla; si uno la empuja, la cierra cada vez más" (Sören Kierkegaard)
Es un hecho que el desánimo forma parte de nuestro vivir. Caer, entonces, no es el problema. Lo será el tiempo que necesitemos para levantarnos de nuevo. Hoy sabemos que estos procesos internos, la gestión de nuestras emociones, no depende solo de los estímulos exteriores, sino del manejo de nuestra mente; entre otras cosas, porque esa misma mente es la que crea estímulos que se convierten en estados emocionales. Pasar del desánimo a la ilusión es un ejercicio que requiere manejar sabiamente nuestros pensamientos y nuestras palabras, sosteniendo lo positivo y bloqueando toda anticipación negativa o dramática de un hecho que aún no ha ocurrido. Ocupémonos con entusiasmo del presente y dejemos para mañana lo que es del mañana.
Decía Gregorio Marañón que el entusiasmo es signo de salud espiritual. Quizá sea el remedio que necesitamos ante la avalancha y la indigestión de tanto mensaje catastrofista. Por qué no mirar a nuestro alrededor y poner la atención en las cosas pequeñas, en los gestos amables, en las miradas tiernas, en los detalles que contiene un hermoso día de sol o en la pasión que transmiten los que aman a la vida.