Como consecuencia de
la SOBERANÍA DEL YO surge la practica del CAÍNISMO. Tal acción es demasiado
frecuente entre los humanos dado que para presentarnos ante la EMANCIPACIÓN
seremos mejores si no tenemos competencia.
Caín quiso ser único
para ser el mejor y antepuso su egoísmo al amor fraternal. Esta enseñanza
ancestral tiene, en el siglo XXI, una vigencia absoluta.
La voracidad del YO
puede con todo y con todos convirtiéndonos en depredadores del prójimo sea cual
sea el motivo de la relación.
Alimentar a esa
alimaña es la razón de nuestra cultura la cual destaca la propiedad sobre la
solidaridad, es decir, YO sobretodo.
Y lo más singular del
caso es que la práctica del caínismo es tal normal que nos parece tonto
nombrarla.
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